DESPERDICIO DE ALIMENTOS: UNA OPORTUNIDAD PARA MEJORAR E INNOVAR

Por Rodrigo Muñoz M., Gestor de Vinculación y Transferencia Tecnológica en CEAF.

En más de una oportunidad hemos escuchado, visto o leído sobre el crecimiento de la población y el desafío que existe en torno a la demanda de alimentos. Ya lo vimos durante la pandemia, el sector agroalimentario no se puede detener ni puede disminuir su producción.  Al contrario, los niveles de exigencia en torno a su eficiencia son cada vez más altos.

Un aspecto a considerar, se asocia al tipo de consumidor, que comienza a tomar mayor representación en el mercado, a saber: el consumidor informado. Aquel que prefiere un producto no solo por su composición sino por su impacto y su responsabilidad con el medio ambiente.

En este punto, me gustaría comentar algo personal. En más de una ocasión mis hijas me han hecho una observación sobre algún alimento a preferir o sobre el tipo de envase que contiene, logrando preferir el que posee un sello más sustentable, independientemente de su costo o la cantidad de producto que éste contiene.

Si miramos un poco las cifras, según la ONU el crecimiento de la población para el 2030 se espera que alcance los 8.500 millones de habitantes, para el 2050 los 9.700 millones, y para el 2100 los 11.200 millones, por lo cual, la eficiencia y tipo de producción alimentaria se hace relevante, ya que no solo implica más producción en condiciones climáticas desfavorables, sino que se requiere de mayor superficie para plantar.

En relación con esto, de la superficie habitable del planeta el 50% lo destinamos a producir todo tipo de alimentos. De aquel porcentaje, el 83% se destina a la producción ganadera, lo cual representa solo el 18% de las calorías consumidas en forma diaria por las personas. Se ha visto un crecimiento importante hacia consumidores que prefieren alimentos de origen vegetal y empresas que están en permanente búsqueda del reemplazo de insumos de origen animal; la preferencia por frutas y verduras, que poseen una menor demanda hídrica es una opción para muchos; además de evitar el consumo de frutas fuera de temporada. Todas estas son opciones que algunos consumidores tienen como parte de su cotidianeidad.

Por sobre los puntos ya mencionados, una situación altamente compleja es la que se tiene con el desperdicio de alimentos. Si quisiéramos dimensionarla podemos destacar algunas cifras. Según la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO), cada año 1.300 millones de toneladas de alimentos producidos para consumo humano se desperdicia en el mundo. Es decir, un tercio de la producción global se pierde en las cadenas de producción, de transporte, en los locales de venta o bien termina en la basura de nuestras casas, y si queremos medir nuestro impacto como consumidores, podemos mencionar la misma referencia, donde se señala que el 61% del total de lo desperdiciado proviene desde los hogares. Esto significa que cada persona desperdicia 121 kilos de alimentos al año. Aunque el indicador más dramático no es éste, es que en el mundo existen 820 millones de personas que sufren de hambre todos los días, y nosotros desde nuestra posición y quehacer diario cómo estamos enfrentándolo, ¿somos más responsables o más consientes? Un antecedente es que hemos puesto una meta para el 2030, que es disminuir a la mitad el volumen total de alimentos desperdiciados a nivel mundial, del cual podemos considerar si será suficiente para lo que viene.

Nuevos desafíos y un llamado a redoblar el compromiso

Ahora bien, lo qué está sucediendo en el sector para mitigar el escenario desfavorable y lograr alcanzar una alimentación suficiente para toda la población es algo muy prometedor.

Hay empresas que están en desarrollos de bioinsumos, es decir, que no poseen un carácter sintético para ayudar a la producción agrícola. Esto se traduce en suelos menos maltratados y con un mayor cuidado con los residuos, y alimentos con un mejor aporte nutricional.

En los pasos siguientes de las cadenas de alimentos están las empresas ocupadas de desarrollar tecnologías para mejorar la postcosecha, protectores de origen natural para prolongar su vida útil y sistemas de almacenamiento, que cuidan los atributos de los alimentos. En la industria alimentaria hay muchas referencias que podemos citar, desde la utilización de insumos de origen natural (color, sabor, aroma, entre otros) hasta la disminución de ingredientes sintéticos para su elaboración o conservación. No podemos dejar de mencionar a las empresas que han abierto senderos prometedores y visionarios, por ejemplo, en la utilización de hongos, insectos, proteínas vegetales, para ir avanzando en innovación.

Como CEAF estamos comprometidos con mitigar los efectos del cambio climático y mejorar la competitividad y productividad del sector agropecuario, siempre con el eje central de la sustentabilidad. De las líneas de investigación estamos ocupados en lograr el empaquetamiento tecnológico, que nos permita responder de mejor forma las alzas de temperatura en frutales; disponer de mejores portainjertos y acorde a las condiciones climáticas; poder dar mayor vigor al desarrollo radicular y aéreo en un suelo cambiante y en situaciones de estrés, así como enfrentar las plagas sin afectar la calidad de nuestros predios.

Si bien son áreas de mucho crecimiento y altamente relevantes para el sector, hay mucho por hacer, y no solo desde la creación de una tecnología, sino que, desde la transferencia del conocimiento, la disponibilidad a la información, la divulgación, la colaboración científica. En fin, tanto por hacer para que entre todos podamos tener un mejor lugar del cual todos podamos compartir.

Revisa nuestra sección Visiones aquí.

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