Por Juliana Durán, jefa de especialidad de Recursos Hídricos y Remediación, Arcadis Chile
La disponibilidad de agua por habitante en América Latina ha disminuido un 22% en los últimos 20 años, según alerta la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en su informe anual “El estado de la alimentación y la agricultura”. El incremento de la población y el cambio climático aparecen como dos factores cruciales para asegurar el acceso equitativo al recurso hídrico a las comunidades y el sostenimiento de los ecosistemas.
Chile es uno de los países más afectados del mundo por la crisis climática, y la megasequía como una de sus principales manifestaciones, se ha acentuado en la última década en varias regiones del país, especialmente en la zona centro norte. En muchos sectores de Chile, hay familias completas que dependen de camiones aljibes para el suministro de agua para el consumo humano y necesidades básicas, con el detrimento evidente en la calidad de vida y desarrollo económico y social de las comunidades. En concreto, la crisis hídrica afecta a alrededor de seis millones de nuestros habitantes.
Además del incremento acelerado de la demanda y el calentamiento global, la dependencia de medidas de emergencia se evidencia como un tercer factor importante en la actual crisis hídrica. En este sentido, es importante desarrollar un programa de inversiones para fortalecer la infraestructura hídrica que contemple entre otros factores, el desarrollo de nuevas metodologías y la aplicación de tecnologías innovadoras que permitan realizar gestión del agua y aprovechar el agua de mar para fines industriales, lo que se convierte en un gran desafío para todos
Avanzar en esta dirección contribuirá a la sustentabilidad de industrias clave para el desarrollo económico y social del país como la minería y la agricultura, contribuir a la disminución de los impactos de sus operaciones sobre las comunidades y los ecosistemas, y seguir contribuyendo al progreso de nuestra nación. Es importante resaltar, que las actividades económicas mencionadas representan la fuente de ingreso de cientos de miles de personas a lo largo del territorio chileno.
El complejo y desafiante escenario que enfrentamos y enfrentaremos en las próximas décadas, exige a las instituciones públicas y privadas gestionar el acceso equitativo al agua como un elemento central a nivel de políticas públicas y estrategias corporativas. Garantizar la disponibilidad de este y otros recursos para la vida y el desarrollo, debe ser el principal objetivo de nuestra sociedad.
Las lluvias de este invierno son una buena noticia en el preocupante escenario de escasez hídrica de los últimos años, pero no son suficientes para revertir esta crisis. Por el contrario, exigen fortalecer acciones a todo nivel para impulsar soluciones encaminadas a promover un uso eficiente, el cuidado del recurso y el diseño y construcción de obras públicas para aprovechar los excedentes generados en los escasos años de superávit.
Finalmente, las comunidades también juegan un rol importante en este escenario en términos de adaptación y uso eficiente del agua. El desbalance hídrico y la actual crisis que enfrentamos se agrava por factores asociados con la actividad humana, el uso ineficiente del recurso, la creencia que el agua es infinita y que son las instituciones quienes deben ser garantes del acceso, por tanto, la forma como utilicemos este preciado líquido contribuirá a mejorar o empeorar esta problemática. Toda sociedad debe hacer consciencia de la relevancia de este elemento para el desarrollo y sostenibilidad de la vida, y avanzar hacia un enfoque de equidad en el acceso.
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