Mujeres herederas de una larga tradición canoera y cestera orientan investigación enfocada en visibilizar sus historias de vida. Por Karina Flores Hidalgo.
‘Morada de espíritus. Memoria y presente de las Comunidades Kawésqar Defensoras del mar’ recopila antecedentes acerca del milenario pueblo kawésqar y reconstruye hitos que dan cuenta de la continuidad de sus linajes, los cuales preservan prácticas tradicionales, como la navegación y la cestería de junquillos. Su observación atestigua el cotidiano de parientes que se congregan para perpetuar su enigmática cultura o para cuidar la sustentabilidad de su entorno.
El manuscrito fue narrado por la escritora Karina Flores Hidalgo, guiada por Leticia Caro Kogler, Haydé Águila Caro, Ninoska Menéndez Águila y Rosa Águila Caro. En este se han plasmado las memorias de Haydé Águila Caro, Reinaldo Caro Caro, Juan Ramírez Cárdenas, Pedro Aravena Cárdenas, Silvia Bustamante Osorio, María Caro Raín, María Navarro y Ángela Yáñez, quienes describen recuerdos acerca de sus ancestros originarios de los archipiélagos. Estas personas pertenecen a un conjunto de comunidades kawésqar agrupadas como Comunidades Kawésqar Defensoras del mar: entre ellas Ata’p y Grupos Familiares Nómades del mar, de Punta Arenas, y Residentes de Río Primero, de Seno Obstrucción.
La investigación realizada busca visibilizar a generaciones Kawésqar que tienen su pasado ancestral en la Península Muñoz Gamero, en el seno Skyring, en la isla Dawson, en el Seno Ballena, en San Isidro, en Bahía del Águila, entre otros. Se propone contar historias sobre sus antiguos campamentos y puntos de intercambio, pues ellas expresan el vínculo que les une a sus territorios. Sugiere que los más antiguos kawésqar eran llamados Tawókser, los cuales venían de los mares de Otway y Skyring, en los márgenes del estrecho de Magallanes. Insinúa que aún existen descendientes de los grupos que habitaron en estas localidades y percibe la congregación de ellos en comunidades, las cuales se organizan para defender el mar de las concesiones acuícolas de salmones.
Entre estos relatos se cuenta por ejemplo la vida de Lucrecia Cárdenas Carrera, canoera que habría huído de isla Dawson; de Rosa del Carmen Osorio, quien fue adoptada en el faro San Isidro; o de Juana Pérez, matriarca de la numerosa familia Caro, quien se estableció en Ancón Sin Salida junto a Reinaldo. Estas sensibles narraciones nos enseñan una mirada profunda del pueblo kawésqar y nos afirman la importancia de resguardar el ecosistema que ve crecer a sus hijos y nietos.
La publicación recibió la contribución de diversos artistas, entre ellos los ilustradores Jorge Canicura o Cejecone, Ariel Yáñez, Nicole Vega Contreras, Guillermo Navarrete, María Jesús Bunster y Javier Molina. También incluyó fotografías del cineasta austriaco Stefan Frietsche.
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