Por Dra. Carla Muñoz Valenzuela, investigadora Principal de Núcleo Milenio para la Ciencia del Aprendizaje (MiNSoL), profesora titular en el Departamento de Psicología de la Universidad Católica del Maule y coordinadora del equipo de investigación interuniversitario Lectura, Escritura y Educación (LEE – UCM).
Se ha hablado mucho en estos días sobre los resultados del SIMCE 2022. Es la última y más reciente medición con que contamos de niños y adolescentes de 4º básico y 2º medio. Si bien se ha dicho que los resultados y la brecha de género en matemática resultan preocupantes, llama la atención la casi nula preocupación que han recibido los resultados en lectura, sobre todo en los estudiantes de 2º año medio.
En primero término, señalar que los resultados de II medio si bien siguen la tendencia a la baja de anteriores mediciones; esta vez observamos una disminución significativa del puntaje promedio en la última medición. Aunque existe una brecha de género que favorece a las niñas, en este caso 18% de los estudiantes muestra un desempeño apenas adecuado a su nivel, lo que contrasta con el 53% de insuficiente rendimiento (aun mayor que el 45% en matemáticas). Recordemos que las tres habilidades que evalúa esta prueba son: localizar información, relacionar e interpretar información y reflexionar sobre el texto; sean estos literarios o no literarios.
Más que explicar este magro resultado, me permito establecer ciertas preguntas que nos interpelen como sociedad. ¿Podemos culpar solo a la pandemia de este resultado? ¿Por qué jóvenes de 2º medio apenas pueden leer información literal? ¿Qué hábitos de lectura los caracterizan? ¿qué prácticas lectoras se desarrollan fuera del circuito escolar? Es cierto que leer textos expositivos puede ser más demandante, porque supone conocimiento de un tópico especializado y un cierto vocabulario técnico; no obstante es sabido que un mayor monto de lectura general mejora las habilidades lectoras. La pregunta es, pues, ¿qué pasó durante la pandemia? ¿Leyeron menos nuestros adolescentes durante la pandemia? ¿qué pasó con nuestros hábitos lectores en pandemia? Estudios sugieren que hubo un aumento en el consumo de redes sociales y medios masivos (plataformas de streaming) durante la pandemia. Estos medios efectivamente compiten con la lectura por su fácil acceso y baja exigencia en términos de procesamiento cognitivo. Estudios recientes demuestran también que la comprensión de la lectura en pantallas disminuye, respecto de la lectura en papel.
Como equipo de investigación nos ha tocado observar el uso indiscriminado de pantallas “inteligentes” en las escuelas. Si bien es importante introducir en el uso de tecnologías a los niños, las primeras tecnologías que deben dominar son la lectura y la escritura. Para ello, volver al uso de recursos físicos (libros en papel) es primordial. El hábito de lectura se educa y ello depende de mediadores en su entorno: padres, profesores y otros significativos que puedan modelar la actividad a través de su ejemplo. No dejemos todo en manos de la Escuela. Somos todos responsables de la educación de nuestras futuras generaciones.
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