Por Zdeněk Sobotka, CEO de Solek
No es una sorpresa que Chile se haya convertido en un mercado estratégico a nivel mundial para el desarrollo de las energías renovables, especialmente la energía fotovoltaica. En el caso de República Checa, vemos al país de cerca como un potencial aliado, debido a sus ambiciosos planes en este sector, así como también su estabilidad institucional.
Los números nos dan la razón. De cada cuatro proyectos de inversión ingresados al sistema de Evaluación Ambiental, uno de ellos corresponde a una nueva planta de energía solar. De esta manera, las proyecciones de avanzar hacia la descarbonización se mantienen a paso firme para cumplir la meta en 2050.
Al analizar la solidez de este mercado, estamos convencidos que las inversiones también deben plantearse otros desafíos, que vayan de la mano con los beneficios que tiene la energía solar, que además de ser limpia, se caracteriza por ser rentable.
En ese sentido, existe una gran oportunidad para seguir avanzando en el desarrollo de iniciativas que permitan construir sistemas de almacenamiento de energía en baterías. Este tipo de proyectos son bastante urgentes, específicamente, porque Chile necesita mejorar la estabilidad de la red, y junto con ello, convertirse en el referente latinoamericano para gestionar la energía de manera eficiente.
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