Por Ana Troncoso, psicóloga y coach en fortalezas Gallup
La reciente promulgación de la Ley Karin marca un hito significativo en la transformación de las relaciones laborales dentro de las organizaciones. Esta introduce cambios cruciales que buscan prevenir y erradicar el acoso sexual, el acoso y maltrato laboral, estableciendo un nuevo estándar de conducta y protección para todos los involucrados en un entorno de trabajo.
La Ley Karin redefine lo que es permitido en las relaciones laborales, ampliando el alcance de la protección contra el maltrato a todas las interacciones dentro del marco laboral, incluyendo a proveedores, clientes y alumnos en práctica. Esta ley no solo se centra en la prevención, sino que también establece procedimientos claros y rápidos para la resolución de casos.
Una de las características más destacadas de la Ley Karin es que permite la denuncia de maltrato con una sola conducta inapropiada, eliminando la necesidad de demostrar una serie de comportamientos reiterados. Este cambio obliga a las organizaciones a reflexionar profundamente sobre la cultura de trabajo que desean promover. Ya no basta con tener políticas escritas; es imperativo que estas políticas se vivan y se respiren en el día a día.
Implementar la Ley Karin no solo implica cumplir con nuevas regulaciones, sino también una redefinición de las relaciones laborales. Esta ley invita a las organizaciones a rediseñar sus dinámicas internas para crear un entorno laboral sustentable tanto en términos económicos como relacionales. El objetivo final es claro: construir espacios de trabajo dignos, basados en el respeto mutuo y la erradicación del maltrato.
¿Cuáles son los desafíos y reflexiones para las organizaciones?
Una exigencia es que las organizaciones revisen su matriz de riesgo y definan un protocolos, además, se requiere entrenamiento semestral e informar la cantidad de denuncias. Para una implementación exitosa, es clave acompañar a los líderes creando espacios para que puedan reflexionar y fijar postura respecto del trato aspirado dentro de la organización, deberán reflexionar sobre el enfoque hacia la gestión y resolución de conflictos que siempre existen y se constituyen como una fuente de exigencia y estrés para las personas.
Al mismo tiempo, es una oportunidad para pensar que la Ley Karin fija un piso y deja un amplio espacio para diseñar y promover una cultura de buen trato y bienestar entre los colaboradores. Lo cual puede incluir políticas de inclusión que busquen reflejar en las organizaciones la complejidad de la sociedad en que vivimos. Esta es una oportunidad de cambios no solo por una obligación legal, sino una inversión en la creación de un entorno laboral más justo, seguro, inclusivo y respetuoso para todos.
La Ley Karin representa una oportunidad para que las organizaciones evolucionen y fortalezcan su compromiso con el bienestar de sus empleados.
Revisa nuestra sección Visiones aquí