Un proyecto FIC, encabezado por la Universidad de O’Higgins, busca desarrollar soluciones adaptadas a las condiciones chilenas para enfrentar el nematodo de la frutilla, una plaga recién llegada que amenaza gravemente la producción agrícola, especialmente entre pequeños productores.
Nuestro país tiene las condiciones ideales, tanto de suelo como de clima, para la producción de berries. Dicha ventaja, especialmente en la zona centro-sur, le podría ayudar a mantener o incluso aumentar su participación en el mercado mundial de la frutilla fresca o congelada. Pero la existencia de un nematodo (un tipo de gusano invisible al ojo humano) que acecha este tipo de cultivos, pone en jaque un avance estructurado en esta materia a nivel país.
De allí que Ernesto San Blas, académico del Instituto de Ciencias Agroalimentarias, Animales y Ambientales (ICA3) de la Universidad de O’Higgins (UOH), lidera un ambicioso proyecto orientado a enfrentar esta reciente amenaza para la fruticultura chilena: el nematodo de la frutilla.
La plaga, detectada en 2022 y considerada cuarentenaria, ha generado preocupación en el sector agrícola por su potencial para afectar gravemente la producción de frutillas en el país. En respuesta a esta situación, el proyecto FIC “Sistema Integrado para el Manejo del Nematodo de la Frutilla” tiene como propósito desarrollar estrategias adaptadas a las condiciones locales, ofreciendo soluciones concretas para los productores.
El Dr. San Blas explica que, dado que este nematodo no estaba presente en Chile antes de su reciente detección, existe una limitada comprensión sobre su comportamiento en las condiciones agroecológicas nacionales. “No hay ningún tipo de investigación previa con este nematodo en Chile. Lo que tenemos son referencias bibliográficas de otros países, pero lo que está escrito solo sirve de guía y no es suficiente para nuestra realidad”, comenta. Por ello, este proyecto busca adaptar ese conocimiento a la realidad chilena, tomando en cuenta las variaciones que pueden presentarse en los campos locales.
El proyecto se enfoca en cinco áreas clave, comenzando con la evaluación de tratamientos preventivos para las plántulas antes de ser llevadas al campo. Según San Blas, se estudia el uso de agua caliente como método para eliminar al nematodo sin afectar a la planta. Este proceso implica determinar las temperaturas y tiempos óptimos para cada una de las variedades cultivadas en Chile, ya que las investigaciones existentes se han realizado en variedades distintas. “Es necesario probar si las variedades nuevas soportan este tratamiento y ajustar el procedimiento en caso de ser necesario”, añade.
Otra línea de acción es la búsqueda de cultivos alternativos para la rotación en los campos, una práctica agrícola que podría ayudar a reducir la presencia del nematodo al intercalar otros cultivos que no sean susceptibles a la plaga. En este sentido, las brassicas, como el brócoli y el repollo, son opciones prometedoras. San Blas subraya que, además de estudiar su resistencia al nematodo, se evaluará su rentabilidad económica en comparación con la producción de frutillas. “Queremos analizar si la rotación con brassicas es viable tanto desde el punto de vista agronómico como financiero”, puntualiza.
Un componente esencial del proyecto es la capacitación y formación de los pequeños productores, quienes representan la mayoría del sector afectado. Dado que alrededor del 90% de los frutilleros son agricultores de menor escala, el impacto social de esta plaga es significativo. Para facilitar el acceso al conocimiento generado, se desarrollará una plataforma digital donde los agricultores puedan acceder a guías, talleres y recursos prácticos, todo de manera simple y accesible desde dispositivos móviles.
El monitoreo constante de los cultivos y de las malezas que pueden actuar como hospedadoras secundarias también forma parte de la estrategia. Según el académico UOH, es crucial evitar que estas plantas mantengan al nematodo activo en los campos, ya que, de lo contrario, su reaparición en futuras plantaciones de frutilla será inevitable.
El proyecto, que se ejecutará durante tres años, abarcará zonas clave del secano costero, incluyendo comunas como Marchigüe, Litueche, Pumanque y Paredones, donde se implementarán tanto pruebas en laboratorio como en campo. San Blas concluye que, al final de este periodo, esperan contar con un sistema de manejo integrado que no sólo controle la plaga, sino que también brinde herramientas efectivas para que los agricultores puedan sostener su producción de frutillas de manera segura y rentable.
Revisa nuestra sección Agricultura aquí.