Según el Dr. Andrés Hernández, especialista de la Universidad Nacional Autónoma de México, el dolor crónico es una enfermedad que persiste y que “altera las esferas personales, familiares y sociales de las personas”
De acuerdo con el estudio «Radiografía del Dolor en Chile», 1 de cada 4 personas en nuestro país sufre de dolor crónico lo que aumenta progresivamente con la edad alcanzando una prevalencia del 37% en los mayores de 71 años».
El dolor crónico se entiende como “aquel en el que la lesión original ya se solucionó hace mucho tiempo, o en el que nunca hubo lesión, sin embargo, continúa presente por muchos meses o años. Este dolor ya no tiene ninguna utilidad y solamente ocasiona efectos destructivos en nuestra funcionalidad y calidad de vida”. Al menos esa es la definición que identifica Andrés Hernández, médico cirujano de la Universidad Nacional Autónoma de México, actualmente adscrito al Departamento de Medicina del Dolor y Paliativa del INCMNSZ, quien estuvo presente en el XVI Congreso de Fisiatría organizado en nuestro país por la Sociedad Chilena de Medicina Física y Rehabilitación (SOCHIMFYR) con el apoyo de Grünenthal, en el cual participaron destacados exponentes en salud de Chile y distintas partes del mundo para abordar los avances y desafíos en el campo de la rehabilitación.
Así, el doctor Hernández enfatiza en los efectos que trae consigo el dolor crónico en el plano laboral, social e inclusive, en el desarrollo personal. “Dado que el dolor crónico es una enfermedad que persiste por periodos prolongados, mantenerse en el rol de enfermo por meses o años ocasiona que vayamos perdiendo la capacidad de funcionar en nuestras esferas personales, familiares y sociales”, señala.
Y es que justamente las cifras en nuestro país no son alentadoras. De acuerdo al estudio Radiografía del Dolor en Chile, 1 cada 4 personas padece de dolor crónico, lo que aumenta progresivamente con la edad. El estudio también indica que la prevalencia de dolor crónico es mayor entre quienes han sido diagnosticados de artritis o artrosis, de dolor lumbar crónico o neuropático y de fibromialgia. Además, sería mayor en pacientes que no cuentan con seguro de salud y entre quienes están afiliados por Fonasa1.
En tanto, y desde la variable de género, los datos son preocupantes. Las mujeres son quienes más padecen de este tipo de dolor, casi duplicando a los hombres con un 32,9% respecto de un 18,9%, respectivamente1.
Por eso, desde la óptica del experto, es muy importante que la evaluación del paciente -desde el inicio del diagnóstico y a lo largo del tratamiento- incluya medidas de funcionalidad, calidad de vida e interferencia del dolor con sus actividades diarias. “La eficacia de los tratamientos debe medirse a partir de los efectos que tengan en estas medidas. Recientemente se han descubierto analgésicos nuevos, más eficaces y con menos efectos adversos, que parece que son más capaces por sí mismos de devolver la calidad de vida a los pacientes con dolor crónico”, puntualiza.
En este sentido, el Estudio Radiografía del Dolor destaca entre sus conclusiones que la alta prevalencia del dolor crónico severo y su impacto en la vida de las personas es similar al de la diabetes, por ejemplo. Sin embargo, las prestaciones de salud y el presupuesto asignado a la diabetes es muchísimo mayor, a pesar de que el impacto socio-económico es similar1.
Manejo del dolor y nuevas tendencias
El dolor crónico no oncológico es altamente prevalente en Chile y está directamente relacionado con el ausentismo laboral, repercutiendo en la economía individual y social, y a su vez, representando un importante problema de salud pública[2]. Por este y otros motivos, el tratamiento requiere de una amplia atención y debe considerarse relevante como el tratamiento de cualquier otra enfermedad subyacente.
En relación con la manera en la que se maneja el dolor crónico, el especialista señala que hay diferencias según las zonas geográficas del mundo ya que “la tendencia internacional va en dirección a privilegiar combinaciones interdisciplinarias que incorporen todas estas medidas de forma simultánea. Y en ese sentido, hay muchas tecnologías emergentes que son prometedoras”.
De esta manera, se han desarrollado nuevas formas de tratamientos que incluyen el acompañamiento psicológico del paciente además del tratamiento farmacológico, como la terapia de aceptación y compromiso o la terapia de reprocesamiento de dolor.
En relación con lo anterior, el médico adscrito al Departamento de Medicina del Dolor y Paliativa del INCMNSZ, comenta que en el intervencionismo analgésico también se han desarrollados nuevos abordajes y tecnologías electrónicas de estimulación eléctrica o magnética para el uso en pacientes. Específicamente, ciertos analgésicos “ muestran que, además de proporcionar analgesia eficaz, mejoran la calidad de vida de los pacientes. Sin embargo, este tipo de tratamientos y su uso son importantes que siempre se utilicen en estrategias de analgesia multidisciplinaria”, finaliza el Dr. Hernández.
En lo que coinciden estudios realizados en nuestro país, es que el dolor crónico afecta a un porcentaje importante de la población y con un alto impacto social, económico y en calidad de vida. El tratamiento multidisciplinario es fundamental para asegurar el bienestar del paciente.
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