El fuerte viento en la Antártica no solo modela su paisaje helado, sino que también tiene un impacto profundo en los ecosistemas marinos. Investigadores de la Universidad de Valparaíso, liderados por el Dr. Mauricio Landaeta y el Dr. Manuel Castillo, han descubierto cómo este fenómeno afecta la vida marina, alterando las dinámicas del zooplancton y, en consecuencia, la cadena alimenticia en esta región remota.
Este proyecto titulado “Un asunto de tamaño: acoplando rasgos de vida temprana de peces antárticos y forzantes ambientales en un océano cambiante”, explora cómo los factores ambientales afectan al desarrollo de los peces. La iniciativa es financiada por el Instituto Antártico Chileno (INACH) a través del Programa Nacional de Ciencia Antártica.
Durante las expediciones científicas antárticas (ECA) organizadas por INACH en las temporadas estivales de 2020, 2022 y 2023, los investigadores detectaron que el viento influía significativamente en las condiciones del agua de la bahía Fildes (isla Rey Jorge) y la bahía Sur (isla Doumer). La influencia del viento produce una mezcla vertical del agua que afecta tanto a la composición del zooplancton como a la morfología de los peces juveniles, como el pillador espinudo Harpagifer antarcticus y las nototenias Notothenia coriiceps y Notothenia rossii.
Se observó que estos peces presentaron cambios en su forma, especialmente en el tamaño, pero no en su dieta, lo que sugiere que su tamaño se ve más afectado por el entorno que por lo que comen. “Las condiciones ambientales juegan un rol importante en la composición, abundancia y diversidad de la comunidad zooplanctónica, especialmente en zonas costeras, donde la mezcla vertical y turbulencia generada por el viento puede modificar los patrones conductuales y rasgos de historia de vida de los estados tempranos de los peces”, señalan los investigadores.
El estudio ha empleado tecnologías avanzadas como los perfiladores de corriente acústica (ADCP) para analizar las corrientes marinas y el zooplancton en las bahías Fildes y Sur. Estos dispositivos funcionan como un sonar, utilizando el efecto Doppler para medir la velocidad y dirección de las corrientes, y la cantidad de partículas en el agua, proporcionando información importante sobre cómo se mueven las aguas y cómo se distribuye el plancton. A su vez, las trampas de luz y redes ayudan a identificar y contar los distintos organismos, mientras que las mediciones de corrientes y ecos proporcionan una visión más completa de cómo cambian en el tiempo y el espacio.
El estudio revela que el aumento de la intensidad del viento puede alterar la eclosión de larvas de peces y modificar la composición del zooplancton. Estos cambios afectan la conectividad entre poblaciones de peces y la disponibilidad de alimento para las larvas, con implicaciones significativas para el equilibrio del ecosistema marino. “Un aumento en la intensidad del viento puede incentivar la eclosión de larvas de pillador espinudo, retener larvas de peces en zonas costeras reduciendo la conectividad poblacional o influir en la selectividad alimenticia de larvas de peces y en el cambio de composición del zooplancton, desde copépodos y eufáusidos, a huevos de invertebrados”, destacan los investigadores de la Universidad de Valparaíso.
Mencionan que, además de estudiar las corrientes marinas, es importante medir la temperatura, salinidad, oxígeno y otros factores ambientales para entender mejor cómo influyen en el plancton. Los próximos pasos del proyecto incluyen calcular las tasas de crecimiento y mortalidad de las larvas, y comparar estos datos con las condiciones del agua para entender mejor el modo en que el entorno influye en su desarrollo.
Más detalles de esta investigación serán divulgados en la próxima edición del Boletín Antártico Chileno del INACH, que se publicará a finales de este año.
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