Por Nicole Revillot, Country Manager de TUU.
La reciente Ley Antievasión representa un cambio importante para el ecosistema empresarial en nuestro país. En un esfuerzo por reducir la evasión fiscal, la normativa implementará medidas que fortalezcan el monitoreo de transacciones y la transparencia financiera, tanto así que la iniciativa recaudará un 1,5% del PIB, es decir, alrededor de US$4.500 millones. Sin embargo, este cambio afectará también a miles de pequeñas empresas que aún no están formalizadas, llevándolas a un nuevo y, en muchos casos, difícil desafío: comenzar a tributar.
Es importante abordar esta nueva exigencia con empatía, entendiendo que la formalización implica una serie de nuevos trámites y gastos, como por ejemplo iniciar actividades o pagar multas. No obstante, formalizarse puede también traer ventajas para los pequeños negocios, como la posibilidad de acceder a créditos, fondos de apoyo, e incluso aumentar la confianza de los clientes. En un mercado cada vez más exigente, la formalización puede representar un respaldo adicional para quienes buscan estructurar su negocio y fortalecer su reputación.
Para hacer más llevadero este proceso, la tecnología puede ser una aliada clave. Hoy existen herramientas diseñadas para simplificar la gestión de pagos, la emisión de documentos y el cumplimiento tributario. Por ejemplo, las plataformas de pago permiten a los pequeños negocios emitir documentos electrónicos que cumplen con la normativa del Servicio de Impuestos Internos (SII), sincronizando todas las transacciones de manera que el negocio pueda concentrarse en su operación diaria sin verse agobiado por la carga administrativa.
Es natural que este cambio genere incertidumbre entre los pequeños empresarios, pero consideramos que la formalización también abre la puerta a oportunidades de crecimiento. Desde una mayor seguridad jurídica hasta la posibilidad de acceder a programas de financiamiento, dar este paso puede mejorar la estabilidad del negocio. No obstante, es crucial reconocer que este proceso no es igual para todos. Para muchos, puede representar un reto significativo, lleno de incertidumbres y costos iniciales. Por eso, como sociedad, debemos ser empáticos con estos desafíos y brindar el apoyo necesario para que ningún emprendedor sienta que está caminando solo. Con el respaldo adecuado, la formalización puede convertirse en un medio para estructurar, proyectar el negocio de forma más profesional y, en última instancia, llevar sus sueños aún más lejos.
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