Dr. Patricio Torres Luque, investigador Facultad Administración Universidad UNIACC

Hace una década, el presidente Xi Jinping lanzó Made in China 2025, una estrategia para transformar al país de “la fábrica del mundo” en una potencia tecnológica. El plan apuntaba a reducir la dependencia de tecnologías extranjeras, dominar diez sectores estratégicos como inteligencia artificial, semiconductores, vehículos eléctricos y robótica, y lograr que el 70% de los componentes esenciales fueran de producción nacional.
Este giro respondió a una pérdida de confianza en el modelo occidental tras la crisis de 2008. Con Xi al mando, el Partido Comunista apostó por la autosuficiencia y la innovación local. El plan reflejó esa ambición: no solo modernizar la industria, sino posicionar a China como referente global. En una década, ha logrado liderar en vehículos eléctricos, robótica industrial y 5G, aunque sigue dependiendo de semiconductores avanzados.
El balance es mixto. Made in China 2025 aceleró la modernización industrial, pero también mostró los límites del modelo centralizado y basado en subsidios. Huawei simboliza los avances y obstáculos: desarrolló chips propios tras el veto de EE.UU., pero aún enfrenta desafíos tecnológicos. China ahora avanza hacia China Manufacturing 2035, buscando autosuficiencia, liderazgo en IA aplicada a la manufactura y neutralidad de carbono, con una estrategia que planifica, se adapta y anticipa un mundo cada vez más complejo.
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