DÍA MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE: «REIMAGINA, RECREA, RESTAURA»

Por: Mauricio Ortiz Lizana, Ingeniero Agrónomo, Doctor en Ciencias Silvoagropecuarias y Veterinarias de la Univ. de Chile y director del Centro de Estudios Avanzados en Fruticultura, CEAF.

La ONU instauró el Día Mundial del Medio Ambiente el año 1974, con el objetivo de “sensibilización ambiental y lograr motivar a la población mundial a ser parte activa del desarrollo sostenible”. 

En estos 47 años, el planeta ha experimentado muchos cambios, producto del aumento de la población, que ha generado una alta demanda por alimentos, recursos, tecnología y movilidad, actividades que ha llevado que la concentración de CO2 aumente de manera sostenida de 330 a 414 ppm y que la contaminación y la acumulación de desechos esté en niveles críticos. 

Hasta ahora el desarrollo de los países ha estado asociado a un aumento de la emisión de CO2, de hecho, la mantención de este esquema ha llevado a que, según nuevos datos climáticos de la Organización Meteorológica Mundial, hay aproximadamente un 40% de probabilidades de que, por lo menos en uno de los próximos cinco años, la temperatura media anual del planeta supere transitoriamente en 1,5°C los niveles preindustriales. Y esas probabilidades aumentan con el paso del tiempo. Es decir, se alcanzaría el nivel menos ambicioso del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático.

Esta condición genera consecuencias climáticas como olas de calor y fenómenos meteorológicos extremos de diversa índole, que afectan la producción de alimentos. Esto se complejiza si pensamos que debemos mantener e incrementar la producción para satisfacer los requerimientos de la población actual, hay más de 30 millones de personas que sufren hambre, y futura, la que al año 2050 será de 9.700 millones de habitantes.

Esta es una situación muy desafiante, más aún con la relevancia que ha tomado la seguridad alimentaria en tiempos de pandemia. Considerando que la superficie cultivable no se puede aumentar mucho más de lo que disponemos hoy, es necesario intensificar la producción de alimentos, o sea, aumentar la cantidad de alimento por unidad de superficie. Pero este aumento no se puede hacer incrementando la cantidad de insumos como fertilizantes y pesticidas, ya que este modelo ha provocado efectos ambientales nocivos como contaminación de napas, pérdida de biodiversidad y eutrofización en lagos y mares.

El desafío es lograr que la intensificación de la producción sea sostenible. La Academia de Ciencias Agronómicas señala que la intensificación sostenible requiere de disponer de variedades adaptadas y de alto rendimiento, con calidades nutricionales mejoradas y tolerantes al estrés biótico y abiótico, así́ como aplicar el manejo integrado de plagas, realizar la fertilización basada en la conservación de suelos sanos con cultivos de cobertura y el uso racional de fertilizantes orgánicos e inorgánicos. 

Para esto se requiere seguir avanzando en iniciativas de I+D+i y de poner un enfoque interdisciplinario, incorporando herramientas como biotecnología, ingeniería, informática, entre otras, que proveen diferentes miradas e información oportuna para la toma de decisiones. 

En esta línea, el Centro de Estudios Avanzados en Fruticultura, CEAF, está trabajando en un aspecto poco considerado habitualmente, como son las raíces, ya que éstas pueden determinar la resistencia a falta o exceso de agua, presencia de sales, o de patógenos y en el caso de plantas injertadas, como frutales y hortalizas, esta resistencia se transmite a la parte aérea. Junto a ello, las relaciones que las raíces pueden establecer en el suelo con microorganismos benéficos pueden hacer a la planta más eficiente en la captura de agua y nutrientes, ya que amplían el área de influencia de las raíces, además de ayudar en la conservación de suelos. Estas relaciones pueden reducir la emisión de gases de efecto invernadero de agricultura e incrementar la captura de carbono que pueden aportar los sistemas agrícolas.

Este último punto es clave y se liga con que este año la celebración del Día del Medio Ambiente dará inicio al Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas, diseñado para prevenir, detener y revertir la degradación de los ecosistemas en todo el mundo. 

Según datos de la ONU, la restauración de 350 millones de hectáreas de ecosistemas terrestres y acuáticos degradados podría ayudar a eliminar de 13 a 26 gigatoneladas de gases de efectos invernadero. Ahí es donde debemos poner nuestros esfuerzos, usando conceptos como aplanar la curva, disminuir la tasa, que nos hemos acostumbrado a oír para describir el comportamiento de la pandemia, debiéramos tenerlos igual de presentes a la hora de pensar en la emisión de gases de efecto invernadero. Esta conciencia, además de motivar el sentido de urgencia que tiene este asunto, también debería mover nuestra imaginación, como lo dice Jordan Sánchez en su poema “Reimagina, Recrea, Restaura”, ya que se necesitan formas diferentes de pensar el desarrollo y la relación que tenemos con el medio ambiente, diferentes a las que hemos visto en estas 47 celebraciones.

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