La industria hortofrutícola se ha visto afectada por la radiación solar en los campos de cosecha. El fenómeno de la desertificación ya se está presentando en diferentes regiones del país, lo que reduce el volumen de producción y baja calidad de diversas especies frutales.
Es aquí donde aparece una tecnología innovadora: el uso de mallas fotoselectivas para evitar el estrés térmico en la cosecha de frutas, y protegerlas de cualquier clima extremo que quiera acabar con el cultivo.
¿De qué se trata? Específicamente, es una tecnología que se basa en mallas fotoselectivas que se ponen en forma de toldo por encima de los cultivos, siendo capaz de protegerlos de la fuerte radiación de luz natural, que genera grandes daños en el desarrollo de los frutos.
Su instalación se realiza en las líneas de cosecha, de manera rápida y sencilla, protegiendo el crecimiento adecuado del fruto bajo óptimas condiciones térmicas. Al contar con una malla difusora de luz, la planta podrá desarrollar frutas sin ese estrés que la radiación solar ocasiona, y que muchas veces provoca que las plantas mueran.
Esta tecnología, además, evita el exceso de sombra con el que se promueve la floración y menos producción del fruto, reduce el consumo de agua, y protege a la planta del polvo, viento y granizadas.
Según Richard Bastías, el creador detrás de esta innovación, antes de trabajar con la malla fotoselectiva en campos de cultivo, era muy difícil evitar que la planta sufriera exceso de luz natural, o de exceso de sombra, lo que perjudicaba el desarrollo de los frutos.
Con la experiencia que trajo al estudiar en Europa, fue posible descifrar la solución a este problema ocupando las mallas en una fruta en particular, la manzana. “En Italia, trabajé las mallas de distintos colores, hicimos varios experimentos en manzanas para ver si podíamos mejorar el desarrollo de este fruto en cosecha. Al volver a Chile, busqué la forma de trabajar esta idea para mitigar efectos del daño por sol en manzanas”, comenta el docente e investigador de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Concepción (UdeC).
Luego de diversas tesis, ensayos, y diferentes colores de mallas, se pudo probar que las mallas fotoselectivas actúan como prismas sobre el campo de cosecha, canalizando la gran cantidad de luz solar y reduciendo su intensidad lumínica para que la planta trabaje en la cosecha de un fruto en óptimas condiciones sin estrés.
El sistema de mallas fotoselectivas
Esta tecnología ya implementada en la cosecha de manzanas, cerezos, arándanos y moras, está mostrando grandes avances, debido a que su diseño tiene que ver directamente con la combinación de colores.
Consiste en una malla bicolor de poliuretano, con dos combinaciones específicas de colores, azul-perla y perla-gris. “Estas combinaciones no fueron al azar, logramos determinar que, para bajar la temperatura de la fruta, y la cantidad de radiación incidente, tenía que lograr una malla con esas combinaciones de colores para disminuir la cantidad de luz que se filtra de ellas”, agrega Bastías.
Intentando minimizar el impacto para las plantas, los resultados obtenidos en diversos campos de cultivo frutícola chilenos y mexicanos, se pudo determinar que la implementación de mallas disminuye la temperatura y evapotranspiración en un 30%.
Una solución que favorece a los fruticultores, utilizando otro tipo de malla diferente a la raschel (el tipo más común), la que no protege, ni cuida el desarrollo de los frutos, como lo hace la tecnología de Bastías.
Esta tecnología ya está funcionando
La alianza entre el Hub Apta y la Universidad de Concepción ha permitido a Richard Bastías impulsar y desarrollar esta tecnología, logrando tomar contacto con empresas de diferentes partes del mundo dispuestas a negociar para adquirir esta solución en sus campos de cosecha, destacando a Giddings Fruit (México): empresa dedicada a la cosecha de berries, frambuesas y arándanos; y Delsantek (Chile): soluciones de protección de la cosecha.
“Las mallas ya se licenciaron en México y con patente en Estados Unidos. Ya se está usando en Chile, México y Perú. Hoy, encaminamos el proyecto hacia moras, frambuesas, arándanos y uvas, donde tenemos intenciones de incursionar a mercados como Colombia y Ecuador para seguir protegiendo otras especies frutales”, concluye el desarrollador de esta innovadora tecnología chilena.
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