De formación lingüista, hoy responsable del Departamento de Documentación del observatorio ALMA y miembro de la Red de Mentoras PROVOCA, esta joven chilena busca compartir su experiencia profesional para “hacer carne” la realidad de mujeres que se abren espacio en las disciplinas STEM.
Convencida de que la generación de espacios que permitan acercar el testimonio de vida de mujeres que se desempeñan con pasión en las disciplinas STEM; ciencias, tecnología, ingeniería y matemática, Andrea Araya siente que este intercambio también enriquece y empodera a las chilenas científicas y motiva a las próximas generaciones.
Andrea se formó como lingüista en la Universidad de Playa Ancha (UPLA). En sus inicios trabajó redactando manuales de aviones y otras tecnologías, y en su siguiente emprendimiento laboral llegó a trabajar al Departamento de Documentación del observatorio ALMA, un singular recorrido no planificado que la fue enamorando de las ciencias tradicionalmente masculinas en nuestro país.
Este año, además se integró a la Red de Mentoras PROVOCA, una comunidad de científicas que buscan desarrollar habilidades para inspirar, acompañar y guiar a nuevas generaciones de niñas y mujeres en STEM. “Fue una sorpresiva invitación que me hizo mucho sentido. Hasta ahora, atesoro cada oportunidad que me permite conocer a mujeres apasionadas y espero en el futuro tenga un impacto fuera de esta red y también en mí. Tengo el corazón abierto para aprender de las mujeres y niñas que me toque conocer”.
“Disfruto mucho trabajar en ALMA. Tengo un equipo de compañeros brillantes y muy acogedores, pero me hace falta ver más rostros femeninos en mis mesas de trabajo. Descubrir esa complicidad que nos une por el género y que deja un sello especial en nuestro quehacer y en los espacios en los que nos desenvolvemos”, explica Andrea.
Hace algunos años empezó a compartir su testimonio en distintos escenarios y con todo tipo de audiencias. Sostiene que más allá del movimiento “Me too”, es necesario visibilizar a las mujeres para empoderar desde la acción y el testimonio, y no desde el discurso o las políticas. Andrea habla de la necesidad de construir un cambio cultural en la sociedad, de incentivar el descubrimiento de las disciplinas STEM desde la primera escuela, de revertir estereotipos de género ya instalados por generaciones, de cambiar la visión desde la crianza y los modelos en las familias.
“ALMA es un hermoso lugar de trabajo, multicultural y donde se vive a diario la colaboración; no obstante, quisiera ver más esfuerzos organizacionales para elevar la participación de mujeres en diversas áreas del observatorio. Hace años quise probarme que podía darle un giro a mi carrera, que nadie puede delimitar cuál es mi espacio de intervención desde mi saber. Una vez que somos profesionales uno puede seguir formándose y aprendiendo algo nuevo. Es increíble que a los 17 años se espere que tomemos una decisión vocacional que nos va a acompañar hasta la jubilación, cuando estamos en medio de tantos cambios y nuestra identidad se está construyendo”.
En el año 2018 el 54% de las matrículas de admisión universitaria correspondieron a mujeres, sin embargo 1 de 4 correspondieron a carreras del área STEM. Andrea Araya dice que además existe una alta tasa de abandono de las carreras para combinar el desarrollo profesional con la crianza y eso implica que los hombres no están asumiendo las mismas responsabilidades de forma compartida.
“En Chile predomina la falta de actores sociales que se involucren desde sus espacios de acción. No basta con las ganas que tengan las niñas de seguir vocaciones STEM, sino que haya padres y profesores que las incentiven. Que las expectativas de tener un ingeniero o un matemático en la familia, no estén solamente en el hijo, sino también en las hijas. Para ello, también la academia debe dejar de ser endogámica, el Estado debe impulsar políticas públicas equitativas y una mayor inversión en I+D. Hablamos de cambios profundos en las convicciones, en los modelos de funcionamiento y en la visión de futuro”, asegura Araya.
La lingüista añade que en la primera infancia no existen sesgos. Los niños entre sí no ven diferencias, límites ni capacidades diferenciadas. Es el entorno social el que construye estos límites e instala prejuicios respecto de las expectativas de cada rol según el género, impidiendo que los sueños de las niñas se alejen de labores de cuidado o acciones menos riesgosas o delicadas. Del mismo modo, a los hombres se les imponen patrones de comportamiento, intereses y ocupaciones opuestas.
Para Andrea, muchos se oponen a las cuotas de paridad en distintos escenarios. “Pienso que éstas no son para poner en duda la excelencia y la capacidad de las mujeres, sino para terminar con aquellos vicios de sobre representación masculina. Muchos pueden verlo como una amenaza, pero es un hecho con evidencia suficiente de que somos tan asertivas como los hombres y contribuimos con una preciosa mirada horizontal del poder, en el que se distribuyen responsabilidades y se destruyen las estructuras piramidales. Es necesario que se escuche nuestra voz y voto”.
Esta fascinante Mentora PROVOCA tiene un postgrado en gestión de negocios en la Universidad de Chile, dos certificaciones internacionales de Document Control (Francia) como auditor interno líder y ha realizado diversos cursos de programación informática en Python y Project Management System.
Se define como una orgullosa hija de un inmigrante norteamericano, de quien heredó el gusto por los viajes y la vida aventurera, y de una incansable lectora, con quien comparte su pasión por la literatura. Pese a su ajustada agenda, Andrea cultiva su entusiasmo por el aeroyoga y su vocación de escritora, para lo que ha tomado varios talleres y espera pronto compilar sus textos en un libro que aún no tiene nombre. Su palabra favorita es “inmarcesible”, que se refiere a aquello inmarchitable.
De formación lingüista, hoy responsable del Departamento de Documentación del observatorio ALMA y miembro de la Red de Mentoras PROVOCA, esta joven chilena busca compartir su experiencia profesional para “hacer carne” la realidad de mujeres que se abren espacio en las disciplinas STEM.
Convencida de que la generación de espacios que permitan acercar el testimonio de vida de mujeres que se desempeñan con pasión en las disciplinas STEM; ciencias, tecnología, ingeniería y matemática, Andrea Araya siente que este intercambio también enriquece y empodera a las chilenas científicas y motiva a las próximas generaciones.
Andrea se formó como lingüista en la Universidad de Playa Ancha (UPLA). En sus inicios trabajó redactando manuales de aviones y otras tecnologías, y en su siguiente emprendimiento laboral llegó a trabajar al Departamento de Documentación del observatorio ALMA, un singular recorrido no planificado que la fue enamorando de las ciencias tradicionalmente masculinas en nuestro país.
Este año, además se integró a la Red de Mentoras PROVOCA, una comunidad de científicas que buscan desarrollar habilidades para inspirar, acompañar y guiar a nuevas generaciones de niñas y mujeres en STEM. “Fue una sorpresiva invitación que me hizo mucho sentido. Hasta ahora, atesoro cada oportunidad que me permite conocer a mujeres apasionadas y espero en el futuro tenga un impacto fuera de esta red y también en mí. Tengo el corazón abierto para aprender de las mujeres y niñas que me toque conocer”.
“Disfruto mucho trabajar en ALMA. Tengo un equipo de compañeros brillantes y muy acogedores, pero me hace falta ver más rostros femeninos en mis mesas de trabajo. Descubrir esa complicidad que nos une por el género y que deja un sello especial en nuestro quehacer y en los espacios en los que nos desenvolvemos”, explica Andrea.
Hace algunos años empezó a compartir su testimonio en distintos escenarios y con todo tipo de audiencias. Sostiene que más allá del movimiento “Me too”, es necesario visibilizar a las mujeres para empoderar desde la acción y el testimonio, y no desde el discurso o las políticas. Andrea habla de la necesidad de construir un cambio cultural en la sociedad, de incentivar el descubrimiento de las disciplinas STEM desde la primera escuela, de revertir estereotipos de género ya instalados por generaciones, de cambiar la visión desde la crianza y los modelos en las familias.
“ALMA es un hermoso lugar de trabajo, multicultural y donde se vive a diario la colaboración; no obstante, quisiera ver más esfuerzos organizacionales para elevar la participación de mujeres en diversas áreas del observatorio. Hace años quise probarme que podía darle un giro a mi carrera, que nadie puede delimitar cuál es mi espacio de intervención desde mi saber. Una vez que somos profesionales uno puede seguir formándose y aprendiendo algo nuevo. Es increíble que a los 17 años se espere que tomemos una decisión vocacional que nos va a acompañar hasta la jubilación, cuando estamos en medio de tantos cambios y nuestra identidad se está construyendo”.
En el año 2018 el 54% de las matrículas de admisión universitaria correspondieron a mujeres, sin embargo 1 de 4 correspondieron a carreras del área STEM. Andrea Araya dice que además existe una alta tasa de abandono de las carreras para combinar el desarrollo profesional con la crianza y eso implica que los hombres no están asumiendo las mismas responsabilidades de forma compartida.
“En Chile predomina la falta de actores sociales que se involucren desde sus espacios de acción. No basta con las ganas que tengan las niñas de seguir vocaciones STEM, sino que haya padres y profesores que las incentiven. Que las expectativas de tener un ingeniero o un matemático en la familia, no estén solamente en el hijo, sino también en las hijas. Para ello, también la academia debe dejar de ser endogámica, el Estado debe impulsar políticas públicas equitativas y una mayor inversión en I+D. Hablamos de cambios profundos en las convicciones, en los modelos de funcionamiento y en la visión de futuro”, asegura Araya.
La lingüista añade que en la primera infancia no existen sesgos. Los niños entre sí no ven diferencias, límites ni capacidades diferenciadas. Es el entorno social el que construye estos límites e instala prejuicios respecto de las expectativas de cada rol según el género, impidiendo que los sueños de las niñas se alejen de labores de cuidado o acciones menos riesgosas o delicadas. Del mismo modo, a los hombres se les imponen patrones de comportamiento, intereses y ocupaciones opuestas.
Para Andrea, muchos se oponen a las cuotas de paridad en distintos escenarios. “Pienso que éstas no son para poner en duda la excelencia y la capacidad de las mujeres, sino para terminar con aquellos vicios de sobre representación masculina. Muchos pueden verlo como una amenaza, pero es un hecho con evidencia suficiente de que somos tan asertivas como los hombres y contribuimos con una preciosa mirada horizontal del poder, en el que se distribuyen responsabilidades y se destruyen las estructuras piramidales. Es necesario que se escuche nuestra voz y voto”.
Esta fascinante Mentora PROVOCA tiene un postgrado en gestión de negocios en la Universidad de Chile, dos certificaciones internacionales de Document Control (Francia) como auditor interno líder y ha realizado diversos cursos de programación informática en Python y Project Management System.
Se define como una orgullosa hija de un inmigrante norteamericano, de quien heredó el gusto por los viajes y la vida aventurera, y de una incansable lectora, con quien comparte su pasión por la literatura. Pese a su ajustada agenda, Andrea cultiva su entusiasmo por el aeroyoga y su vocación de escritora, para lo que ha tomado varios talleres y espera pronto compilar sus textos en un libro que aún no tiene nombre. Su palabra favorita es “inmarcesible”, que se refiere a aquello inmarchitable.
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