A pesar de que el dicho “más chileno que los porotos” refleja una tradición arraigada, hoy en día una parte importante de los porotos consumidos en Chile son importados. Esta realidad, investigada por las académicas de la Universidad de Chile Cecilia Baginsky y Carolina Belmar, pone de manifiesto los cambios en la producción y el consumo de legumbres en el país. La dependencia de importaciones no solo desafía nuestra identidad cultural, sino que también subraya la urgente necesidad de revitalizar la producción local para preservar este patrimonio alimentario.
En un país donde se dice que algo es “más chileno que los porotos”, resulta sorprendente saber que una parte importante de los porotos que consumimos provienen del extranjero. Este fenómeno revela cambios significativos en la producción y consumo de legumbres en Chile, un tema que han investigado profundamente las profesoras de la Universidad de Chile, Cecilia Baginsky, académica del Departamento de Producción Agrícola de la Facultad de Ciencias Agronómicas, y Carolina Belmar, académica del Departamento de Antropología de la Facultad de Ciencias Sociales.
En Chile, alrededor del 40% de los porotos consumidos son importados, según datos de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias, ODEPA, dependiente del Ministerio de Agricultura. Si bien los tres principales exportadores mundiales de estas legumbres son India, seguido por Myanmar y Brasil; en Chile importamos principalmente desde Canadá, Argentina, Perú y China. Esta dependencia de las importaciones de porotos contradice una tradición profundamente arraigada en la cultura chilena, cuestionando nuestra relación con uno de los alimentos más emblemáticos del país. Las académicas de la Casa de Bello no solo ponen de manifiesto las circunstancias económicas que han llevado a esta situación, sino también los esfuerzos actuales por rescatar y promover las variedades locales, subrayando la importancia de entender y preservar nuestra relación histórica y cultural con los porotos.
La relación de las chilenas y chilenos con los porotos es antigua y está profundamente enraizada en nuestra historia y cultura. La profesora Carolina Belmar explica que “nuestra relación con los porotos nace de una relación que tenemos con las plantas en general. En el pasado, los seres humanos, como cazadores recolectores, se relacionaban con plantas silvestres y, con el tiempo, integraron plantas en sus ámbitos domésticos, lo que llevó al surgimiento de variedades domesticadas”. La investigadora, asimismo, destaca la plasticidad del poroto para adaptarse a diferentes condiciones, lo que ha permitido su presencia en la diversidad cultural y ambiental de Chile.
El impacto de la importación y los cambios en la producción
Sin embargo, la producción de porotos en Chile ha disminuido significativamente. En la temporada 2023-2024, se cultivaron aproximadamente 6.500 hectáreas de legumbres secas. En contraste, la profesora Cecilia Baginsky señala que en la década de los 80′ se sembraban alrededor de 200.000 hectáreas de legumbres, incluyendo porotos, lentejas y garbanzos. “Esto se debe a razones económicas, donde es más rentable plantar otros cultivos, frutales como arándano y cerezos”, comenta la académica, quien también integra el Grupo Transdisciplinario para la Obesidad de Poblaciones (GTOP).
Este cambio ha llevado a una mayor dependencia de las importaciones. La profesora de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la U. de Chile agrega que “aunque la pandemia provocó un repunte en el consumo de porotos debido a su inclusión en las canastas básicas de emergencia, gran parte de estos porotos fueron importados”. Esta situación, plantea, pone en riesgo la soberanía alimentaria del país, ya que dependemos cada vez más de productos extranjeros.
Rescatando la identidad a través del poroto
A pesar de estos desafíos, existen esfuerzos para rescatar y promover las variedades locales de porotos. La profesora Belmar menciona la importancia de iniciativas que buscan rescatar y producir variedades chilenas de porotos. “Si uno no va recuperando estas variedades, se pierde información histórica y cultural valiosa. Apoyar estas iniciativas puede permitir reactivar el consumo del poroto, especialmente de las variedades chilenas”.
Si bien la mayoría de los porotos que consumimos hoy en Chile son importados, el valor cultural y la identidad ligada a este alimento persisten. Como señala la académica de la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile, “la identidad no solamente va a estar en lo que uno come, sino también en la producción agrícola y en la relación con las plantas”. Para que el dicho “más chileno que los porotos” siga teniendo relevancia, en este sentido, es crucial revitalizar la producción local y rescatar nuestras variedades tradicionales.
«Nuestro sistema alimentario es uno de los principales contribuyentes al cambio climático, por tanto, tenemos que modificar nuestra forma de producir alimentos y la forma de alimentarnos. Por ello, debe haber un compromiso gubernamental para transitar hacia dietas saludables que incorporen un mayor consumo de legumbres de procedencia local, aprovechando las ventajas agronómicas que su producción conlleva, así como sus ventajas nutricionales, pero -a su vez- rescatando un conocimiento ancestral respecto de la siembra, la cosecha, su preparación culinaria y la forma de consumirlas», enfatiza la profesora Cecilia Baginsky.
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