La agroecología y la producción orgánica corresponden a alternativas productivas, que, en los últimos años, han ido tomando relevancia en nuestro país. La finalidad de éstas, es obtener alimentos cada vez más saludables, con énfasis en el equilibrio de los ecosistemas, conservando los recursos naturales y la biodiversidad. Incorporando a su vez el ámbito social.
En Chile cada vez son más los agricultores, especialmente los pequeños, que han optado por esta por forma de cultivar la tierra.
La visión productiva agroecológica y su comercialización como producción orgánica, muestra diferencias respecto de los sistemas convencionales. Éstos últimos, experimentaron un fuerte crecimiento a partir de la década del ‘50 con la llamada “Revolución Verde”, y la introducción de una serie de cambios que se tradujeron en un gran aumento de la producción de alimentos y su mayor duración en poscosecha, a través de la incorporación de tecnologías, maquinarias, nuevos métodos de cultivo y el uso de plaguicidas, entre otros.
Flor María Erices, ingeniera agrónoma, docente de la asignatura de Horticultura en la carrera de Agronomía del Convenio UPA-UTEM y especialista en agroecología, explica al respecto. “Lo que no se vio en su momento y que hoy día los agricultores orgánicos hemos tratado de destacar es que con esa tecnologización se perdió un equilibrio con el medioambiente. Eso es muy serio porque ya no hay un sistema de contención productivo que era dado por la variabilidad de especies plantadas en un mismo espacio. Por ejemplo, actualmente en una hectárea se siembra solo un cultivo, lo que propicia el desarrollo de plagas y enfermedades. En cambio, antes los agricultores hacían producciones asociadas de distintas especies que permitían una diversidad y una mejor calidad de nutrientes de los alimentos, a la vez evitaba las plagas y enfermedades o cuando se producían eran menos severas”.
Recuperando Técnicas Ancestrales de Cultivo
La profesional se refiere a la importancia de la agroecología en la actualidad. “Quienes trabajamos en agroecología y en la certificación orgánica cuidamos que ese pequeño productor que no tiene más de un par de hectáreas conserve sus técnicas de cultivo agroecológico y que no se transformen en productores de monocultivo. Estos últimos son muy dependientes del ambiente externo ya que necesitan maquinarias, plaguicidas, insecticidas, fertilizantes sintéticos porque no hay un sistema de contención en el mismo medio que le permita a la planta producir en condiciones más adecuadas y sostenibles en el tiempo”.
Es por eso que se vuelve relevante rescatar las técnicas ancestrales de cultivo y están pensadas en prevenir los problemas fitosanitarios y la degradación del suelo. “Algunos fertilizantes sintéticos aportan sales que podrían poner en riesgo la viabilidad de ciertos tipos de microrganismos benéficos, así como también de la materia orgánica del suelo, los cuales cumplen un rol importante como generadores de nutrientes para las plantas.
“La agroecología al no usar elementos químicos externos nos permite producir alimentos sanos, no utilizamos variedades híbridas de semillas mejoradas, sino que semillas ancestrales. Buscamos volver a fortalecer la nutrición de las personas”, comenta Flor María Erices.
Para distinguir los productos agroecológicos de la producción convencional se obtiene una certificación de que son orgánicos, es decir que cuidan el medioambiente, la salud de las personas y aportan a la inocuidad efectiva del alimento que se está vendiendo.
Los pequeños agricultores, para certificarse como orgánicos, se organizan y deben cumplir con una serie de normas, llevar registro de sus métodos de producción. Permanentemente son inspeccionados por el Servicio Agrícola y Ganadero, que es la entidad pública que fiscaliza el cumplimiento de la Ley Orgánica que valida la Certificación de que son “Productos Orgánicos Agrícolas”. Esto quiere decir que provienen de sistemas holísticos de gestión de la producción en el ámbito agrícola, pecuario o forestal, que fomentan y mejoran la salud del agroecosistema y, en particular, la biodiversidad, los ciclos biológicos y la actividad biológica del suelo.
Educar en Agroecología
“Tenemos muchos estudiantes en la carrera de Agronomía interesados en la producción orgánica porque los jóvenes principalmente han tenido la capacidad visionaria y se han dado cuenta que lo fundamental es alimentarse bien. Comer sanamente no significa solo comer una manzana, sino que saber que esa manzana fue producida sustentablemente con el medioambiente”, comenta la profesional.
“Nuestros jóvenes están muy atentos a lo que estamos haciendo en agricultura y eso representa un campo laboral para ellos. Hoy día las grandes empresas se han dado cuenta que las técnicas agroecológicas, el ser conscientes con el medioambiente y la calidad fitosanitaria y nutritiva de los productos, son importantes para el consumidor y están desarrollando insumos orgánicos para llegar a personas que quieren alimentarse sanamente. Por lo tanto, se necesitan agrónomos que estén informados respecto de lo que es una producción convencional y lo que la diferencia de una orgánica; de cómo se comercializa está última para cumplir con la ley, entre otros aspectos”, detalla la docente.
Tras cada producto orgánico está la dedicación del agricultor, que invierte muchas horas en sus cultivos, cuatro o cinco veces más que el agricultor convencional. Todo lo que hace es para cuidar la sostenibilidad del sistema y permite que el mundo rural se mantenga vivo porque da trabajo a las personas que cultivan directamente la tierra. Eso tiene un valor.
“En este ámbito la participación de la Universidad y del Convenio UPA-UTEM es clave porque permite dictar asignaturas como Horticultura que aborda distintos modelos productivos en el rubro hortícola, tradicionales y también emergentes como los agroecológicos y orgánicos. Además,
generar instancias de vinculación con el medio”, destaca Carlos Escobar, ingeniero agrónomo y Coordinador del Área de Agropecuaria y Veterinaria del Convenio UPA-UTEM.
Una muestra de ello es la relación que se ha generado con la Organización de Productores Orgánicos de Melipilla, OPOMEL, que ha recibido a estudiantes en prácticas, en visitas técnicas, y otros que han realizado su tesis en el tema. Sus integrantes -que en su mayoría son mujeres-, han compartido con ellos su experiencia. “Necesitamos agrónomos preparados en producción orgánica y técnicas agroecológicas porque es lo que la gente va a demandar en un futuro próximo. Hay muchas personas, grupos y movimientos sociales que están tomando conciencia de esto y buscan este tipo de alimentos. Por eso es importante formar profesionales que asesoren y ayuden a los productores a recuperar las técnicas ancestrales, a mantenerlas en el medio, fortalecer la agricultura orgánica certificada y que el consumidor aprenda a valorar todo el trabajo que hay detrás”, concluye Flor María Erices.
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