La presencia de microorganismos multiresistentes (bacterias, virus, hongos) presente en la fruta y hortalizas ha obligado a la industria de los agroalimentos a la búsqueda de materiales antimicrobianos, que sean efectivos para controlar los microorganismos presentes sobre la superficie de los alimentos y/o para conservar la calidad y la vida útil de éstos después de la cosecha.
El Laboratorio de Bionanotecnología de los Alimentos del INIA La Cruz se encuentra desarrollando y estudiando el comportamiento de un nanocompuesto de origen natural y grado alimentario con características biodegradables, de bajo impacto ambiental, capaz de ser fijado sobre superficies de alimentos .
Este estudio forma parte del proyecto “Apoyo para la iniciación en la investigación en biotecnología agroalimentaria”, financiado por el Ministerio de Agricultura, y dirigido por el bioquímico y doctor en biotecnología Sebastián Molinett Soto.
En este equipo de trabajo participan el ingeniero agrónomo Dr. Juan Pablo Martínez, la técnico en biotecnología, Camila Martínez; del INIA La Platina, la fitopatóloga, Dra. Danae Riquelme; y, el especialista en postcosecha, Dr. Bruno Defilippi. Además, este proyecto cuenta con la colaboración internacional del Dr. Lorenzo Pastrana, del Laboratorio Internacional Ibérico de Nanotecnología (INL) en Braga, Portugal. Este equipo de trabajo es relevante debido a que la bionanotecnología es una rama de la ciencia altamente interdisciplinaria.
Esta tecnología se basa en nanopartículas que contienen bioactivos con propiedades antimicrobianas de origen natural, estructuras con polímeros y estabilizantes de origen vegetal. Este prototipo está siendo evaluado, bajo condiciones controladas de laboratorio, para su aplicación en la superficie de productos hortofrutícolas tales como arándanos, cerezos, uva de mesa, frutilla, tomate y recientemente en hortaliza de hoja.
Estos alimentos frescos fueron recubiertos con este prototipo para estudiar el impacto de ellos sobre la vida útil de estas frutas y verduras así como también de su capacidad de controlar la proliferación de microorganismos no deseados.
Esta innovación está diseñada para ser utilizada como un recubrimiento, que sería aplicado en campo o en una planta agroindustrial, para ser fijado sobre la superficie de los alimentos frescos.
Algunos nanocomposites han demostrado una gran capacidad antiviral y antibacteriana. Por lo tanto, este tipo de desarrollo podría brindar soluciones para contribuir con los sistemas de aseguramiento de la inocuidad alimentaria, para así prevenir problemas relacionados con la presencia de patógenos virales ETA tales como Norovirus (NoV) y virus de Hepatitis A (HAV), así como patógenos bacterianos ETA Salmonella spp., Escherichia coli, Listeriria monocitogenes, entre otros. Adicionalmente podría constituir una solución para prevenir la presencia del Coronavirus (SARS-CoV2) sobre la superficie de productos hortofrutícolas y sus envases.
El énfasis de este estudio, reafirma el especialista, “es que se podría contribuir a mitigar el riesgo de contaminación microbiológica de los envíos de fruta a los mercados exportadores”.
El quiebre de la cadena de frío propicia las condiciones para la proliferación de estos microorganismos. Es aquí cuando estas tecnologías ofrecen un mecanismo de control para el surgimiento de estas contaminaciones.
Precisó el especialista, “estamos pensando en controlar algunos problemas importantes en la postcosecha de algunas frutas y hortalizas causados por hongos como Botryitis, Penicillium y Botryosphaeria y bacterias como Pseudomonas y Clavibacter.
Además, el investigador explicó que “estas nanopartículas, que están entre los 200 y 300 nanómetros de diámetro, liberan de forma controlada sus bioactivos; y lo hacen con mayor velocidad cuando se quiebra la cadena de almacenamiento en frío, lo cual permite complementar las tecnologías de base para el control de estos patógenos que van a estar sobre la superficie de la hortaliza o la fruta”.
El experto precisó que “la nanotecnología se caracteriza por aumentar la efectividad de un determinado material mediante la modificación de su tamaño y forma potenciando y/o mejorando las propiedades originales de la materia”. Estos estudios experimentales, agrega, “que ofrecen nuevas tecnologías y oportunidades para la agroindustria, se insertan dentro de esta revolucionaria y emergente disciplina”.
Esta investigación constituye una piedra fundacional y la aspiración del INIA es continuar potenciando esta área. Si bien es cierto, destacó el experto, “por ahora no hemos realizado estudios en plantas agroindustriales, nuestro interés es proyectar este trabajo hacia la realización de ensayos pilotos a escala industrial”.