Metodologías como Aprendizaje Basado en Proyectos y el enfoque indagatorio han logrado motivar a los estudiantes con las ciencias, conectándolos con desafíos de su entorno y problemáticas reales que pueden solucionar en clases.
Para un buen aprendizaje es “necesario ir incorporando otros métodos en el aula que impliquen que las y los alumnos se activen, puedan investigar, conversar, dialogar y ser protagonistas concretamente de su proceso de aprendizaje”, destaca Andrea Osorio, directora de Aprendizaje para el Futuro de Fundación Chile.
Las asignaturas relacionadas con las ciencias «duras» pueden ser vistas por los estudiantes como poco motivantes cuando se enseñan solo a través de libros o ejercicios rutinarios, dificultando su aprendizaje. Sin embargo, cuando un docente les plantea a sus alumnos problemáticas reales de su entorno a través del uso de metodologías activas, como el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP), se produce un alto incentivo por aprender ciencias.
Así lo comprobó Ingrid Rojas, profesora de Biología y Ciencias Naturales de la Escuela República de Israel de Arica, quien comenzó a trabajar en 2017 con la metodología de ABP, cuando su establecimiento se integró a la red Ayllu Escuelas impulsada por Aprendizaje para el Futuro de Fundación Chile. Esta iniciativa planteó a más de 40 establecimientos de Arica el desafío de conocer más sobre el potencial de la energía solar en su región mediante la realización de proyectos que resuelven una problemática real y cotidiana.
¿Cómo son los proyectos de ABP? El primer proyecto ABP que Ingrid trabajó con sus estudiantes fue la realización de un huerto vertical fotovoltaico con sistema de bombeo de agua, que se articuló con las asignaturas de Ciencias, Lenguaje, Tecnología, Arte y Música. Esto significa que los alumnos aprendieron Biología y Ciencias Naturales al mismo tiempo que las otras asignaturas, lo que ya fue novedoso y despertó su interés.
“Los estudiantes elaboraron el proyecto, la idea fue suya y mi rol fue de guía. Lo que permite el ABP es que los estudiantes se planteen desafíos reales de su entorno y busquen soluciones a través del diálogo y la reflexión colectiva. Al tener voz y voto se empoderan de su proyecto. Esto cobra relevancia en asignaturas como la Biología y Ciencias Naturales…existe el mito de que estas asignaturas son solo contenidos, pero no es así. Hace poco le hice clases a un sexto básico y enfoqué mi asignatura a problemas socioambientales como la escasez hídrica, que es un problema real de nuestro entorno. Las Ciencias Naturales son más motivantes cuando se pueden vincular a desafíos auténticos que invitan a nuestros estudiantes a reflexionar con pensamiento crítico y a desarrollar habilidades del siglo XXI”, concluye la docente.
Otra estrategia que da buenos resultados en el proceso de enseñanza y aprendizaje de las ciencias es el enfoque indagatorio. Carlos Rodríguez, profesor de Educación Básica, especialista en ciencias e indagación para segundo ciclo básico de la Escuela Darío Salas de Arica, lleva años motivando el aprendizaje de las ciencias a través del Proyecto Explora y el programa Indagación Científica para la Educación en Ciencias de la Universidad de Tarapacá (ICEC-UTA).
“Desde 2005, la escuela Darío Salas Díaz ha impulsado la enseñanza de las ciencias bajo el enfoque indagatorio, esto con la colaboración y capacitación del programa ICEC-UTA, programa que capacitó a las y los docentes del establecimiento en indagación científica. Esta nueva herramienta docente nos permitió impulsar una propuesta educativa que potenció la enseñanza de las ciencias a través de la investigación escolar», explica el profesor.
Asimismo, el Proyecto Explora, ha permitido acercar y potenciar dos ámbitos del proyecto de esta escuela: la divulgación escolar y el acercamiento del mundo científico a sus estudiantes. De acuerdo con el docente, ambos programas permiten acercar las ciencias a los estudiantes, e impulsar aprendizajes de forma activa, mostrando las ciencias como una herramienta para entender y resolver problemas de su entorno: “La investigación escolar pone en el centro a los estudiantes, donde estos, a través de preguntas de su entorno, buscan dar soluciones o entender su entorno. Una de las últimas variantes que se ha incorporado es la conexión del mundo ancestral con la enseñanza de las ciencias y la investigación escolar”, añade.
Junto con lograr el aprendizaje de contenidos curriculares, gracias a estos programas las y los estudiantes han podido desarrollar habilidades de pensamiento crítico: “Las investigaciones escolares son una gran herramienta didáctica que permite el desarrollo de esta habilidad; el evaluar las evidencias, la construcción de preguntas de investigación y la resolución de problemas, son acciones pedagógicas que aportan al desarrollo del pensamiento crítico”, sostiene Carlos.
Andrea Osorio, directora de Aprendizaje para el Futuro de Fundación Chile, valora estas experiencias y señala que “uno de los aprendizajes que nos dejó la pandemia tiene que ver con la necesidad de que los estudiantes sean más activos en su compromiso con el aprendizaje más autónomo y esto lo vamos a lograr incorporando otros métodos en la sala de clases que impliquen que ellos se activen, puedan investigar conversar, dialogar y ser protagonistas concretamente de su proceso de aprendizaje”.
En el mismo sentido, en una comuna de alta vulnerabilidad de Santiago, Leddy Wohllk Gaínza, profesora de Educación Básica y de la asignatura de Ciencias Naturales en el Colegio Jorge Huneeus Zegers de La Pintana, motiva a sus estudiantes utilizando la metodología de Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP). “El aprendizaje colaborativo está mucho más actualizado a las necesidades de nuestros estudiantes. Ellos ya no quieren que el profesor de cátedras sobre algo. Ellos quieren ser partícipes del proceso: buscar, averiguar, indagar, tomar decisiones, procesos que los ayudarán en su vida cotidiana en el futuro”, sostiene la docente.
A su juicio, el ABP ha impulsado a sus estudiantes a estar en una continua búsqueda y actualización de información, lo que los ayuda a conectarse con la realidad y lo que está ocurriendo en su entorno. Además, les ayuda a replantearse hechos y acontecimientos y a incorporar dentro de su proceso de aprendizaje la retroalimentación tanto del docente como de sus pares, ya que el ABP tiene una fase final en donde comunican su proyecto: “Si bien no es algo a lo cual estén acostumbrados, deben incluirlo en sus vidas. La falta de tolerancia es parte habitual del adulto. Aprovechemos que aún son niños, que su plasticidad es maravillosa, que la crítica es siempre constructiva si sabemos cómo comunicarla”, concluye.
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