Las recientes inundaciones en la zona central de Chile han generado un escenario preocupante en el sector vitivinícola, con particular atención a los viñedos ubicados en proximidad a ríos y quebradas. Esta situación se ha manifestado como una verdadera amenaza para la producción de vino en el país, cuyos efectos podrían sentirse durante el año 2024.
Durante la presente temporada, la producción vinícola ha experimentado un marcado declive del 11,4%, como revela el informe final de Producción de Vinos 2023 publicado recientemente por el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG). Este retroceso, atribuido tanto a condiciones climáticas desfavorables que impactaron los rendimientos como a los patrones del comercio exterior, sigue una tendencia negativa que se arrastra desde el año 2022, cuando la disminución fue del 7,4%.
Este descenso actual y el anterior contrastan con el aumento notable del 29,9% en 2021. En términos de cifras, la producción total de vinos en el país alcanzó los 1.103.031.478 litros, de los cuales el 83,8% corresponde a vinos con denominación de origen, y las regiones del Maule, O’Higgins y Metropolitana fueron las principales productoras, concentrando el 90,2% del volumen total. A pesar de estos desafíos, el SAG continúa su esfuerzo de recopilación de datos a través de declaraciones electrónicas para elaborar informes precisos sobre la industria vinícola.
En la región del Maule, una de las más afectadas por estos fenómenos, se estima que hasta 10.000 hectáreas de viñedos han resultado devastadas. “Para los productores vitivinícolas que dependen de uvas de alta calidad en las zonas afectadas, la situación se torna especialmente desafiante. La uva, siendo una fruta delicada, requiere un equilibrio específico de agua y nutrientes en sus diversas etapas de maduración. El exceso de agua en las raíces puede ocasionar trastornos en el desarrollo de la planta, traduciéndose en una disminución de la calidad de los racimos”, explica Andrés Dougnac, especialista en vinos y viñedos de Ewine.cl
La intensidad de las lluvias, en algunos casos acompañada de granizo, también ha infligido daños a los cultivos. Esto podría resultar en una notable disminución en la cantidad de uva recolectada este año. Datos preliminares indican que algunos viñedos podrían enfrentar pérdidas de entre un 30% y un 50% de su producción estimada.
“La verdadera dimensión del impacto de las inundaciones en la producción de vino se revelará en los próximos meses, durante la temporada de cosecha”, agrega el experto. Aunque se espera que, “algunos viñedos puedan cosechar uvas de calidad aceptable, otros posiblemente sufran reducciones en la producción debido a los estragos provocados por las inundaciones”, afirma Dougnac.
Además de las consecuencias sobre la cantidad, es posible anticipar que los precios del vino podrían aumentar debido a la menor oferta. Estos aumentos podrían acompañarse de modificaciones en la calidad del vino, ya que las inundaciones también tienen el potencial de afectar la integridad de las uvas.
El sector frutícola también ha sentido los estragos de estas inundaciones. Jorge Valenzuela, presidente de la Federación de Productores de Frutas de Chile (Fedefruta), ha estimado una pérdida inicial en inversión frutícola de al menos 400 millones de dólares El Ministro de Agricultura Esteban Valenzuela, cifró en 900 millones de dólares las pérdidas por el impacto del sistema frontal que atravesó -hace poco más de una semana- la zona centro sur del país, debido a los daños ocasionados por el sistema frontal.
La estimación, considera las áreas afectadas en las regiones de O’Higgins y Biobío, y se enfoca en cultivos como cerezas, arándanos y avellanos europeos. A medida que se recopile más información sobre los daños, es posible que esta cifra incremente, ya que aún no se ha determinado la magnitud de las pérdidas en otros cultivos como carozos y uvas de mesa.
Es innegable que este evento climático extremo presenta un desafío para la industria vitivinícola del país en el presente y en los años venideros. La perseverancia y la innovación serán cruciales para superar esta adversidad y salvaguardar la esencia misma de la industria vitivinícola chilena.
¿Beneficios por tomar vino? La ciencia dice que sí
Siempre con un consumo moderado, el vino puede traer beneficios para la salud, la enfermera magíster en salud pública, María Francisco Bustamante, coordinadora de Innovación en Colaboramed, explica que uno de los efectos positivos es “efecto cardioprotector (disminuye el colesterol LDL, aumenta el HDL, disminuye la agregación plaquetaria), favorece la digestión, actúa como profiláctico en las úlceras de estómago, es antioxidante, previene distintos tipos de cáncer, disminuye la glucemia y la resistencia a la insulina”.
También, recomienda consumir alcohol entre comidas: “Nunca con el estómago vacío. Tampoco se debe consumir nada de alcohol si se va a conducir después o si se tienen antecedentes personales de enfermedad mental o algún tratamiento médico”, explica la experta.
“Entre los diversos beneficios estudiados del consumo moderado de vino, se destacan aquellas relacionadas con la salud cardiovascular, ya que se ha observado una disminución en el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Además, los polifenoles del vino, en particular, demuestran una capacidad protectora para el revestimiento de los vasos sanguíneos del corazón”, agrega Laura Mogollón, nutricionista de Ok To Shop.
Otro aspecto beneficioso que ha sido objeto de estudio en relación con el consumo moderado de vino es su influencia positiva en la salud cerebral. “Concretamente, se ha asociado el consumo de vino tinto con la reducción del riesgo de padecer enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y la demencia”, continúa Mogollón. Además, se ha planteado una correlación entre el consumo de vino tinto y la disminución del riesgo de padecer trastornos inflamatorios gastrointestinales, como también se ha asociado a un aumento de la longevidad.
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