La enfermedad del hígado graso ha crecido de la mano a la obesidad durante la pandemia de
COVID-19, esta situación pone en alerta a los especialistas que hacen un especial llamado a
poner a atención a la alimentación y a la actividad física frente al sedentarismo que enfrentamos
con las medidas sanitarias.
Cada 12 de junio la Organización Mundial de la Salud (OMS) conmemora una condición que
preocupa a los expertos por su constante crecimiento: el hígado graso no alcohólico.
Debido a la pandemia, el sedentarismo y las dificultades de alimentación, la enfermedad se ha
visto en alza, alcanzando a un 30% de la población chilena y a un 25% de la población mundial.
El aumento es preocupante sobre todo al considerar el desconocimiento general que hay sobre la
enfermedad, que es sintomática una vez que el daño es más avanzado, por lo que suele tener un
diagnóstico tardío.
Impacto y riesgos de la enfermedad
El hígado graso no alcohólico es también conocido como “hígado graso metabólico”, ya que se
presenta en personas con problemas metabólicos, y consiste en la acumulación de grasa en el
hígado hasta alcanzar niveles tóxicos.
Esto genera inflamación en el hígado y cicatrices (fibrosis) que conllevan a la cirrosis u otras
complicaciones hepáticas como la hemorragia digestiva, o la ascitis (acumulación de líquido en la
zona abdominal), encefalopatía y el cáncer de hígado. Por otro lado, puede aumentar el riesgo de
desarrollar enfermedades cardiovasculares, infartos, otros tipos de cáncer, diabetes, entre otros.
“El hígado, para proteger el resto del cuerpo, transforma esta azúcar que está dando vuelta en
grasa que va acumulando. El problema es que esta grasa en cierto punto empieza a ser tóxica para
el hígado y se genera inflamación, se generan daños y cicatrices, y puede llevar a la cirrosis”, indica
Juan Pablo Arab, vicepresidente de la Asociación Chilena de Hepatología (ACHHEP), filial de la
Sociedad Chilena de Gastroenterología. “Es importante no solo por el hígado, sino que también
porque tiene impacto en mortalidad por otras causas”.
En este día conmemorativo, desde la ACHHEP llaman a crear conciencia sobre lo que es el hígado
graso no alcohólico y los riesgos que tiene en la salud de las personas.
En el contexto actual, se hace un especial llamado a tener atención frente a la obesidad y el
sobrepeso, principales causantes del hígado graso, y condiciones que se han visto en aumento por
la pandemia. Se estima que el 90% de los pacientes con obesidad, tendrá hígado graso;
porcentaje seguido por un 70% de los pacientes con sobrepeso y otro 70% de aquellos con
diabetes.
A diferencia de lo que se cree comúnmente, el desarrollo de estas enfermedades no se relaciona
prioritariamente con el consumo alto de grasas, sino más bien de carbohidratos y azúcares, como
son el pan, arroz, fideos, papas, bebidas azucaradas y alimentos procesados. Estos alimentos
suelen ser consumidos en exceso, llevando a un aumento drástico de la obesidad en el país; según
datos de la última encuesta nacional la población con sobrepeso u obesidad aumentó de un 64%
(2010), a un 74% (2020).
En tan solo 10 años, Chile se convirtió en el segundo país con más casos de obesidad en la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), detrás de Estados Unidos.
“Estamos viendo un aumento explosivo del hígado graso metabólico explicado principalmente por
el gran aumento de la obesidad a nivel mundial en la población adulta. Pero más preocupante aún
es el aumento de la obesidad en niños que según la OMS ha aumentado en 10 veces en las
últimas 4 décadas, lo cual nos hace pensar que este problema será mucho peor en las próximas
décadas”, afirma Juan Pablo Roblero, presidente de la ACHHEP.
A pesar de ser una enfermedad frecuente en el mundo, al no manifestar síntomas ni generar
dolores, suele realizarse el diagnóstico cuando ya está avanzado, producto de un hallazgo
incidental en una ecografía abdominal o en exámenes de sangre.
¿Cómo prevenir este problema de salud?
Frente a esto, es importante que se lleve una revisión rutinaria en pacientes con mayor riesgo,
que son quienes padecen de sobrepeso, obesidad o problemas de metabolismo, pero también
se puede presentar en pacientes delgados con insulinorresistencia, diabetes mellitus, obesidad,
hipertensión arterial, síndrome ovario poliquístico, entre otros.
Tras su diagnóstico, se requiere un cambio de estilo de vida hacia uno más saludable, que tenga
foco en la actividad física de intensidad moderada (150 a 200 minutos por semana) y en la correcta
alimentación (dieta mediterránea), idealmente que incluya un abandono de las bebidas
alcohólicas y de las bebidas de fantasía, incluyendo aquellas que contienen fructosa.
Estas medidas son de suma relevancia, ya que, a pesar de que no haya medicamentos aprobados
específicamente para su tratamiento, en la etapa temprana es reversible y, por medio de estos
hábitos saludables, es posible detener su progresión a daño hepático grave.