En un contexto donde la población envejece rápidamente, la estimulación cognitiva se presenta como un recurso fundamental para mejorar la calidad de vida de los adultos mayores. Gerardo Riffo, Director de la Carrera de Psicología de Universidad de Las Américas, explica que dicha práctica implica una serie de actividades diseñadas para optimizar procesos cognitivos como la memoria, la atención y el lenguaje. «Esta disciplina es esencial, ya que promueve un envejecimiento saludable y contribuye a un mejor bienestar general», señala.
Uno de los principales objetivos de la estimulación cognitiva es fortalecer la autonomía de los adultos mayores, permitiéndoles mantenerse activos y funcionales en su vida diaria. “La clave es frenar el deterioro cognitivo natural que viene con el envejecimiento, ayudando a las personas a conservar su independencia”, destaca el profesional de UDLA. Además, según el académico, este tipo de actividades contribuye a reducir la ansiedad y el estrés, mejorando la autoestima y fomentando la interacción social, aspectos vitales para evitar el aislamiento.
Los beneficios de la estimulación cognitiva son numerosos. Según el experto, «fortalece la autonomía funcional de las personas y ayuda a enlentecer el deterioro cognitivo asociado al envejecimiento». Y agrega que «a través de actividades que van desde ejercicios con papel y lápiz, hasta dinámicas virtuales, se pueden trabajar distintas áreas como la concentración y la memoria, siempre con pautas guiadas y supervisión profesional».
Estudios recientes respaldan la importancia de esta práctica en la prevención de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. «Investigaciones han demostrado que la estimulación cognitiva no solo disminuye alteraciones conductuales en personas con esta condición, sino que, del mismo modo, retrasa el deterioro cognitivo de 4 a 6 meses», comenta Riffo.
Otro aspecto relevante es el papel de las emociones en este proceso. El académico de Universidad de Las Américas explica que «la estimulación cognitiva también abarca el desarrollo emocional, lo que permite a las personas mayores ser más conscientes de su estado actual y mejorar su autoconfianza».
A pesar de los avances, existen desafíos en la implementación de iniciativas de estimulación cognitiva en centros de salud y residencias. Riffo menciona la necesidad de ampliar la oferta de programas y servicios, dado el aumento demográfico de la población mayor. «En la década de 1990, las personas mayores de 60 años representaban menos del 10% de la ciudadanía; para 2020, el porcentaje se había duplicado, y se proyecta que en 2050 será superior al 30%». Esto resalta la importancia de actuar ahora para garantizar que este segmento etario reciba el apoyo necesario.
Continúa leyendo noticias de Salud & Bienestar aquí.