INVESTIGADORAS UCM CELEBRAN EL PREMIO NOBEL DE MEDICINA 2021

Las investigadoras de la Universidad Católica del Maule, doctoras Ingrid Carvacho y Karen Castillo, destacan los aportes que los investigadores David Julius y Ardem Patapoutian han generado al conocimiento científico, y comparten su emoción sobre este reconocimiento mundial precisamente en los temas que investigan.

El comer ají o mentas claramente nos generan sensaciones opuestas, de calor y frío, pero ¿Cómo es posible que un ser vivo pueda percibir y diferenciar estos estímulos? David Julius y Ardem Patapoutian, quienes han indagado por décadas este asunto, lograron descubrir los receptores de la temperatura y el tacto, conocimiento que les significó ser reconocidos con el Premio Nobel de Medicina 2021 el pasado 4 de octubre.

El hecho generó alegría en los científicos y científicas de la Universidad Católica del Maule (UCM), especialmente en las académicas Dra. Ingrid Carvacho, directora de Investigación del plantel y la Dra. Karen Castillo, científica del Centro de Investigación en Estudios Avanzados del Maule (CIEAM) y del Centro Interdisciplinario de Neurociencia de Valparaíso (CINV), quienes han dedicado sus carreras a compartir esa misma pasión por entender los mecanismos fisiológicos que permiten a los seres vivos percibir tanto al mundo que los rodea como a sí mismos.

“Estamos muy, muy contentas. Toda la comunidad que trabaja en canales de iones estamos muy felices con este reconocimiento y tiene un impacto no tan solo en el área de investigación, sino que, en el área de entender cómo nosotros sentimos los estímulos ambientales”, destacó la Dra Carvacho.

Palabras a las que se sumó la Dra. Castillo, quien expresó que “Es una alegría enorme que personas que hacen investigaciones en canales iónicos hayan sido reconocidas con el Nobel de Medicina, es un área muy importante para el desarrollo de las neurociencias y de la biofísica para comprender los mecanismos a través de los cuales los seres vivos sensamos el mundo. Aquí se reconoce y pone en valor la investigación básica para poder comprender y desarrollar luego ciertas maneras de aliviar algunos tipos de dolencias que se generan por el mal funcionamiento de estos canales”, expuso. 

Función de los canales de iones

Los canales de iones permiten, por ejemplo, que una persona al comer ají perciba sensación de calor. “Eso es porque el receptor de la capsaicina, el compuesto activo picante del ají, es el mismo receptor del calor, que es el canal TRPV1. Este fue el primer receptor de temperatura identificado, en un hallazgo realizado por el grupo de David Julius. El flujo de iones a través de un poro de esta proteína, se traduce como una señal eléctrica que nuestro cerebro entiende como temperatura”, explicó la Dra. Carvacho.

En tanto, la doctora Castillo comentó que “el grupo de Patapoutian se preguntaba dónde radica la sensación del tacto, y ellos estimulando mecánicamente distintos tipos de células con microcapilares de vidrio, eran capaces de tener respuestas eléctricas frente a la presión, y luego de silenciar distintos genes, encontraron que el receptor del tacto era un canal iónico al que denominaron Piezo. Ardem Patapoutian y su equipo, además, en paralelo y en forma independiente, junto al grupo de David Julius descubrieron al que se conoce como el receptor de frío, al canal TRPM8, y que es además sensible al compuesto activo de la menta, el mentol. En ambos casos comprobaron que estas proteínas son canales iónicos, lo que implica que cuando se activan abren un poro que deja pasar iones y cambia la excitabilidad eléctrica de la membrana, entonces son los canales iónicos los que están sensando por un lado la parte mecánica y por el otro lado diciéndole al sistema nervioso a través de su capacidad eléctrica qué está pasando, si siente frío o calor, o sentir la brisa del viento o un abrazo.”

“Con el tiempo se descubrió que también son parte de los órganos internos y no solo están en la piel, lo que nos explica el proceso de propiocepción, que es adicional a los cinco sentidos que siempre se enseña y entrega al cerebro información acerca de los órganos internos o de la posición del cuerpo, entre otras cosas”, agregó. 

En relación a las aplicaciones que podrían generarse a partir de estos descubrimientos científicos, la Dra. Castillo, comentó que “Si logramos entender los mecanismos a través de los cuales funcionan estas proteínas, podemos llegar a desarrollar posibles terapias que alivien o prevengan ciertas condiciones, por ejemplo, el dolor neuropático producido ya sea producto de diabetes, lesión de un nervio o por tratamiento oncológico, por ejemplo. A su vez, podría haber potencial en buscar formas para aliviar la afección de personas con hipersensibilidad de tacto, a quienes les duele incluso el roce de la ropa de cama les resulta doloroso”, comentó.  

“Es tremendamente importante que la ciencia impulsada por curiosidad logre hacer estos tremendos avances, porque nos permite entender cosas que de otro modo no podríamos estudiar”, añadió la doctora Castillo.  

“Muchas veces escuchamos que la ciencia aplicada debe estar en función de un objetivo de beneficio, como lo es un determinado fármaco, por ejemplo, pero creo que eso viene a posteriori. Lo interesante de estos dos científicos y que lo han reconocido públicamente, es que investigaron estas proteínas por curiosidad, la ciencia es siempre por curiosidad, es porque uno quiere entender algo (…) eso es lo bonito, celebrar el conocimiento, celebrar el entender algo que no sabíamos cómo pasaba”, puntualizó la directora de Investigación de la UCM.

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