A través de la marca “Chiloé Mar y Tierra”, Marjorie Ojeda ha incursionado en el mercado nacional de alimentos saludables y actualmente está exportando cochayuyo procesado a China.
La iniciativa es uno de los doce proyectos que han contado con el apoyo del Programa Caletas Sustentables de Fundación Chile.
“El superalimento que pone a punto el sistema cardiovascular, aumenta la hormona de la tiroides y da vigor al pelo, la piel y las uñas”, se lee en un medio de Sevilla, España. El alimento aludido es el cochayuyo (Durvillaea antárctica), del que se detallan sus numerosas propiedades saludables, junto con comentar sobre su origen en el Pacífico Sur y su habitual consumo en Chile. Sin embargo, a pesar de su creciente prestigio internacional, los beneficios nutricionales de esta alga parda todavía son poco conocidos en nuestro país.
Así lo sostiene Marjorie Ojeda, joven emprendedora chilota, fundadora en 2017 de “Chiloé Mar y Tierra”, empresa que comercializa cochayuyo deshidratado en diversas presentaciones: “Se conoce poco acá de las características nutricionales del cochayuyo, salvo las personas que tienen problemas de tiroides y su médico se los recomienda. Hay localidades costeras en que es parte de su tradición culinaria, pero más allá de eso, no es un producto muy valorado en el país”.
No ocurre lo mismo en Asia, “donde se aprecian los productos saludables y en especial los de origen marino”, comenta Marjorie Ojeda, explicando que decidieron concentrarse en el mercado chino por la alta demanda que hay de algas. “Estamos enviando producto final, deshidratado, en cuatro variedades según el corte. Es algo significativo para nosotros porque es nuestro trabajo, terminado y listo para consumo en otros lugares”.
Ingeniera acuícola de profesión, la emprendedora quiso darle valor agregado al cochayuyo que consumió desde niña, junto con generar empleo tanto en Ancud como en la cercana comunidad de recolectores de Caleta Chaumán, quienes fueron capacitados en manejo sustentable de algas pardas. “Acá no hay muchas oportunidades, sobre todo para la gente de mar, y yo quiero hacer algo por la tierra en que vivo”.
Seleccionada por el Programa Caletas Sustentables de Fundación Chile, Marjorie Ojeda recibió un aporte consistente en carros con bandejas para horno deshidratador de cochayuyo. Esto le permitió duplicar la producción anual, de 100 a 200 toneladas de algas secas, al igual que los ingresos, y reducir los costos energéticos. “Estos nuevos carros nos permiten tener un producto más inocuo y optimizar al máximo la línea de producción”, destaca.
Algas pardas de norte a sur
“Casi el 80% de los desembarques de recursos bentónicos son algas y es una actividad concentrada en el norte de Chile, que es donde está la gran pesquería de algas pardas. Lo que ocurre en otras regiones del país es que está creciendo la explotación para fines comerciales de consumo humano, siendo el cochayuyo la única alga que se destina masivamente a ese uso, el que hoy está siendo muy apreciado por sus beneficios nutricionales”, explica Nancy Barahona, investigadora del IFOP (Instituto de Fomento Pesquero).
La profesional señala que “hay regiones muy emblemáticas en el cochayuyo, como son las de O’Higgins, Biobío, la Araucanía y Los Lagos”, donde siempre se ha consumido en distintas preparaciones, pero la creciente valoración del recurso ha impulsado el desarrollo de formatos con mayor valor agregado que el producto a granel. “Hay emprendedores que están haciendo snacks de cochayuyos; otros lo están vendiendo seco, picado, listo para cocinar”, detalla Nancy Barahona.
No ocurre lo mismo con las otras algas pardas, según la investigadora, “donde todo se exporta seco, con distintos grados de molienda y no hay consumo local”.
Específicamente en la Región de Los Lagos, no es el cochayuyo el que predomina. “Tenemos otras algas que son preponderantes en esa zona, como son la luga negra (Sarcothalia crispata) y la luga roja (Gigartina skottsbergii)”, especies que se destinan, casi en su totalidad, a la elaboración de carragenina, un gel que tiene diversos usos en el área de la química y farmacia.
A diferencia de lo que ocurre en el norte, “no hay planes de manejo de algas ni cuotas de captura en el sur de Chile”, enfatiza Nancy Barahona, por lo que las iniciativas de manejo -como la de Caleta Chaumán, que abastece a la planta de Marjorie Ojeda- son esfuerzos puntuales y que también obedecen a las exigencias de Sernapesca para certificar su origen legal.
Por ello, la emprendedora de “Chiloé Mar y Tierra” destaca que “se les ha enseñado a los recolectores a cortar bien las plantas para que el próximo año tengamos la misma cantidad y eso nos permita asegurar el recurso en el futuro”. “Ellos tienen que entregarnos un certificado de origen de las algas. Eso significa que estamos con trazabilidad de Sernapesca, tanto del recolector de orilla como del productor”, concluye Marjorie Ojeda.