Debido al cambio climático el mes de julio ha sido el más cálido de la historia a nivel mundial que se tenga registro, provocando una menor disponibilidad de agua en los ecosistemas.
Hace unas semanas tuvimos la mala noticia de registrar el mes de julio más cálido a nivel mundial desde que se tienen registros. También se demostró que las olas de calor de Norte América y de Europa, no pueden ser explicadas naturalmente, y solo pueden ser provocadas por el aumento acelerado de los gases de efecto invernadero que cubren la atmósfera del planeta. En el caso de las olas de calor de China, pueden ser explicadas por un efecto natural climático, pero con una ocurrencia de 250 años, algo muy inusual. En Chile se habla de la mega sequía provocada por ciclos naturales del clima y aumentada por efectos del cambio climático. ¿Pero qué pasa en la Patagonia y específicamente en la Región de Aysén?
Las predicciones de los modelos no son suficientes, debido a la poca información de estaciones meteorológicas para ajustar los modelos de precipitación y temperatura en un territorio tan grande y variado. Sin embargo, hay una tendencia similar en varios de ellos, indicando una disminución de precipitaciones en la región de Los Lagos hacia el sur, habiendo un cambio de tendencia en algún punto de la Región de Aysén hacia el sur, principalmente en el sector de archipiélagos.
¿Cómo está reaccionando el bosque de Aysén a la disminución de las lluvias?
El Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (CIEP) ha estado monitoreando por 7 años los arroyos de montaña, ecosistemas muy sensibles a cambios de precipitación, encontrando hasta el momento una disminución de los arroyos asociados a bosques de Lenga.
El investigador CIEP, Paulo Moreno, junto al ecólogo forestal Alex Fajardo de la Universidad de Talca y al profesor Daniel Soto de la Universidad de Aysén identifican algunas relaciones y efectos en los bosques de Lenga respecto a la menor disponibilidad de agua.
El doctor Alex Fajardo ha estudiado la eficiencia de los árboles al consumo de agua, específicamente en esta región ha estudiado la capacidad del Ñirre, a través de isotopos, de utilizar el agua. Al respecto, Fajardo señala que: “hemos encontrado una señal diferente en los Ñirres de condiciones más secas, traduciéndose en un uso más eficiente del agua en los últimos años. En cambio, en bosques de Ñirre de zonas húmedas como Puerto Aysén no se observa esa señal. O sea, los bosques cercanos a la estepa pueden ocupar de mejor forma la molécula de agua para procesos fisiológicos como la formación de madera”.
Por otro lado, estudiando la ecología y silvicultura de los bosques de la Reserva Trapananda el Doctor Daniel Soto ha encontrado a muchos individuos con muerte regresiva (“dieback” en inglés) o totalmente muertos en el peor de los casos. “Hemos registrado una gran cantidad de árboles con una muerte de la parte más alta de la copa, dónde la causa más probable haya sido la disminución de precipitaciones durante los últimos años, y con eso la disponibilidad de agua en el suelo. Los árboles transportan el agua del suelo a las hojas, y si no existe suficiente agua, se produce una burbuja de aire que interrumpe el flujo a las partes altas del árbol, provocando la muerte de tejidos. Esta situación no ha sido bien estudiada en Chile y menos en la región de Aysén, y en esa materia el profesor Soto enfatiza que este fenómeno ecológico podría ser visto como una potencial adaptación de los bosques de la Reserva Nacional Trapananda, y que estarían en un proceso de transición a una condición más seca, bajando la altura de los árboles a una que pueda tolerar menor disponibilidad de agua en el sitio, esto abre una importante línea de investigación ecológica sobre la adaptabilidad de los bosques al cambio climático en la región”. También destaca que es necesario medidas de adaptación o manejo adaptativo en bosques y evaluar su efectividad ante los cambios que se están produciendo a nivel de precipitación de la región de Aysén.
Apoyando ambas observaciones el investigador del CIEP, MSc. Paulo Moreno dedicado a entender las relaciones entre los bosques, los ríos y su efecto en los sistemas marinos, encontró que los bosques de la Reserva Trapananda están creciendo significativamente menos en el último tiempo. Sin embargo, en bosques de menor productividad como los bosques de Coyhaique Alto al lado de la estepa, no se observa una merma del crecimiento. En este sentido Moreno señala que: “La disminución de las precipitaciones y del agua de arroyos ha sido proporcionalmente igual en ambos sectores, sin embargo, los bosques más productivos se están viendo más afectados. Por otro lado, los bosques que ya estaban acostumbrados a un grado de estrés hídrico, como los bosques cercanos a la estepa, han sido más eficientes en el uso del agua para el crecimiento”.
“Como resumen podemos decir que el comportamiento de los bosques y de las especies respecto a cambios del clima, no es lineal y que existen interacciones y variables que deben incluirse en las proyecciones de los efectos de cambio climático. Por esta razón se tiene que seguir estudiando las reacciones de los ecosistemas y sus organismos a estos cambios, para así tener la información necesaria para conservar y manejar estos recursos adecuadamente, no solamente viendo la foto de hoy y los recuerdos del pasado, sino también pensando en un sistema que ya está cambiando, para bien o para mal”, finaliza el investigador Moreno.