La OIT calculó que en el segundo trimestre de 2020, cerca de 23 millones de personas migraron a dinámicas de trabajo remoto en América Latina. Si bien se prevé que se mantenga como tendencia a través de un sistema híbrido, no es la única acción cotidiana que se vio modificada gracias a la tecnología.
Sin duda el 2020 será recordado como el año en que la sociedad experimentó profundos y acelerados cambios. Antes de la pandemia, la digitalización de procesos empresariales y del mercado laboral avanzaba paulatinamente; sin embargo, la situación cambió radicalmente con la abrupta adopción del teletrabajo, el surgimiento de nuevas soluciones de virtualización y herramientas más sofisticadas en materia de ciberseguridad.
Para David Iacobucci, Director Comercial de Lumen en Chile, es un comportamiento esperable que las nuevas tendencias tecnológicas penetren primero los entornos empresariales, para posteriormente y con cierto rezago, lo hagan en el sector residencial.
“En esta ocasión, principalmente por la migración hacia el teletrabajo, los proveedores de infraestructura de telecomunicaciones tuvieron que proporcionar a los usuarios residenciales el soporte necesario para garantizar que las actividades desarrolladas en forma telemática, como trabajar, estudiar, o realizar una consulta médica, tuviesen el máximo estándar disponible”, agrega Iacobucci.
Precisamente respecto al teletrabajo, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) calculó que, en el segundo trimestre de 2020, alrededor de 23 millones de personas migraron a dinámicas de trabajo remoto en la región, esto es, entre el 20% y el 30% de los asalariados, en contraste con menos del 3% antes de la pandemia.
Tal como señala el ejecutivo de Lumen, este incremento en la demanda de una buena conexión, significó el fortalecimiento de las redes residenciales, lo que se relaciona directamente con el mayor número de dispositivos conectados a Internet. Según cifras del Informe Sociedad Digital en Latinoamérica 2020 – 2021, realizado por Fundación Telefónica Movistar, pasará de 400 millones en 2017, a más de 1.000 millones hacia 2023.
“Los avances en conectividad han permitido la rápida adopción de tecnologías IoT por parte de los hogares. IDC estima que habrá 41.600 millones de dispositivos IoT conectados (lo que incluye máquinas, sensores y cámaras), generando 79,4 Zettabytes (ZB) de datos en 2025. Ya no solamente hablamos de sofisticado equipamiento robótico en fábricas o industrias, sino de aspiradoras y electrodomésticos disponibles al alcance de todos”, afirma el ejecutivo de Lumen.
Ahora bien, a mayor cantidad de puntos de contacto en la red, las posibilidades de sufrir una vulneración de seguridad también se incrementan. Según el informe anual sobre ciberseguridad del Foro Económico Mundial (WEF), el ritmo acelerado de la digitalización, impulsado por la pandemia ha llevado a un año récord para los delitos cibernéticos. A su vez, la consultora Gartner prevé que la inversión en seguridad de la información y gestión de riesgos ascenderá a los US$ 172 mil millones a nivel mundial en el año 2022.
Para el Director Comercial de Lumen, “las plataformas y servicios de delivery, las de comunicación y videollamadas, los intermediarios en procesos de pago, todos deben invertir en mejorar los niveles de ciberseguridad para así garantizar que los usuarios operen en entornos confiables. Esto significa llevar sofisticados sistemas de encriptación de datos, ocupados por industrias altamente sensibles, como la banca, a la cotidianeidad de los consumidores actuales”.
Pero no solamente en el mundo laboral, empresarial y de la salud se seguirán viendo los impactos de la tecnología, ya se prevé que todo el progreso alcanzado en esta área puede ir abriendo nuevos caminos al combinar áreas como la biología y la inteligencia comercial. “estamos en vías de ver grandes cambios en nuestra vida durante los próximos años”, concluye Iacobucci.
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