Laura Wilkie Johnston cursa el magíster integrado en Biología marina en la Universidad de Saint Andrews en la ciudad de Fife, Escocia. Arribó en enero de este año a Punta Arenas, al Instituto Antártico Chileno (INACH), por una beca de viaje del British Antarctic Survey (BAS) y la universidad donde cursa sus estudios. Esta beca y la oportunidad del proyecto de vinculación internacional «Bio-invasiones terrestres y marinas en la Antártica: retos y oportunidades para la erradicación de especies invasoras» para obtener sus datos, fue lo que le permitió desarrollar su tesis de posgrado en el instituto polar durante el primer semestre académico.
Fue supervisada por la Dra. Carla Ximena Salinas Silva, investigadora del Departamento Científico del INACH, y por la Dra. Clara Manno, del BAS. Durante los primeros dos meses de su estadía en la ciudad estuvo trabajando en el proyecto “Protección del medioambiente antártico” bajo la supervisión de Salinas, como preparación para los siguientes tres meses donde estuvo trabajando en su tesis gracias al proyecto de vinculación internacional “Bio-invasiones terrestres y marinas en la Antártica: retos y oportunidades para la erradicación de especies invasoras”.
“Mi trabajo consistió en observar las superficies hechas por el ser humano (casco de botes, basura flotante plástica) como un vector potencial para la introducción de especies invasoras a través del ‘biofouling’ (entendido en español como bioincrustación o incrustación biológica)”, comentó Laura.
La bioincrustación es un fenómeno natural que ocurre cuando un organismo (pueden ser microorganismos, plantas, algas o animales) se adhiere a un objeto mojado y en algunos casos viaja distancias muy largas. “Si el organismo se desprendiera luego de ser transportado, podría caer al fondo del océano y establecerse en una nueva área. Si esta especie no es nativa y es un productor agresivo, puede tener un impacto negativo en el ecosistema al tomar el control”, explica la joven investigadora.
Una enriquecedora experiencia
Laura relata que decidió venirse a Punta Arenas porque es catalogada como una de las principales puertas de entrada a la Antártica, principalmente por su proximidad geográfica al continente polar: “Además mi supervisora, la Dra. Salinas, vive y trabaja ahí, así como también aquí llegan las muestras que son transportadas directamente desde Antártica”, dijo.
Asimismo, agrega que “disfruté mucho mi estadía en Punta Arenas. Es una ciudad maravillosa situada en un entorno precioso. La vida salvaje que la rodea es fascinante. Además, la gente ha sido muy acogedora y amable; realmente aprecio la paciencia de la gente al comunicarse conmigo porque mi español era casi inexistente cuando llegué”.
Agradeció al INACH por haberla acogido durante este período: “Me han brindado una experiencia invaluable, siento que me he desarrollado mucho como investigadora. Realmente valoro poder trabajar con colegas tan experimentados en distintas áreas de la investigación antártica”, enfatizó.
Comenta que no ha tenido aún la oportunidad de viajar a Antártica, pero que es su sueño poder aportar con la investigación del Continente Blanco a futuro. “Espero poder ir en los próximos años. Es un continente hermoso y fascinante, y me encantaría tener la oportunidad de realizar investigaciones en terreno”, finaliza.