ESTUDIO REVELA LA INFLUENCIA DE LA ANTÁRTICA EN LA IDENTIDAD SOCIAL DE LAS CIUDADES VINCULADAS AL CONTINENTE POLAR

El Continente Blanco es considerado por muchos como una base de investigación científica, ya sea ligado al cambio climático o a sucesos químico-biológicos que puedan ocurrir en relación a la biodiversidad o al ecosistema. Sin embargo, pocos se preguntan por la veta social de este lugar o su relación con las ciudades que están estrechamente vinculadas al continente.  

Un nuevo estudio publicado en The Polar Journal y liderado por la Dra. Claudia Estrada-Goic de la Universidad de Magallanes en colaboración con varios investigadores, entre ellos, Elías Barticevic Cornejo del Instituto Antártico Chileno (INACH), ha examinado el impacto y la influencia de la Antártica en la identidad colectiva de ciudades como Punta Arenas, Puerto Natales y Puerto Williams, mediante tres encuestas que fueron aplicadas a la población en general. 

La investigación titulada «Compromiso con la Antártica: valores, creencias ecológicas e identidad social en la percepción nacional» tuvo como objetivo principal analizar la conexión entre estas ciudades y el Continente Blanco y se basó en los resultados de tres estudios de población general que midieron valores antárticos, identidad social antártica, creencias ecológicas y responsabilidad percibida por el cuidado y la protección de la Antártica.

Según Barticevic, la identidad antártica chilena está caracterizada en el siglo XX por la exploración y los asentamientos, las actividades de loberos y balleneros, la soberanía, las actividades de las Fuerzas Armadas, el Tratado Antártico y la Guerra Fría. “En tanto, este milenio trae consigo algunos aspectos del anterior, pero con un mayor protagonismo de la ciencia como un actor relevante del Chile actual. La ciencia y el conocimiento en general están llamados a liderar el vínculo de nuestro país con ese territorio: más investigadores, más universidades, más conocimientos y campos de estudios, con el fin de aportar a fortalecer la presencia y los intereses de Chile en esa parte del planeta”, afirma.

Análisis de resultados

La investigación observó que existen diferentes niveles de vinculación a la Antártica a nivel regional. Punta Arenas, con una población de aproximadamente 130.000 habitantes y considerada la «puerta de entrada a la Antártica», reveló que tiene una identidad social fuertemente ligada al continente polar debido a su posición geográfica estratégica. Puerto Natales, por otro lado, una ciudad con turismo local asociado a los parques nacionales, no incluyó a la Antártica como parte central de su identidad social. Mientras tanto, Puerto Williams, la ciudad más austral, con una población de alrededor de 3.000 habitantes, reflejó una conexión más estrecha con la región antártica.

Estrada afirma que haber tenido contacto directo con la Antártica no demuestra una diferencia en el nivel de identificación con esta región y saber o no saber de ella no es algo que defina esa identidad. “Tenemos numerosos estudios sobre la cuestión de la identidad antártica y hemos descubierto que es una identidad fuertemente conectada con la identidad regional, pero que también aparece como un elemento de la identidad nacional. Creemos que es una identidad fuertemente simbólica que se basa en una percepción idealizada de la Antártica que ha sido favorecida por los medios de comunicación que la muestran como un lugar de paisajes hermosos y de alto valor científico”, manifestó. Es así que los habitantes de estas ciudades asignan un alto valor a la Antártica en general, siendo Puerto Williams el lugar donde se le otorgó mayor importancia. 

La identidad social y las creencias proecológicas jugaron un papel fundamental en la percepción de la responsabilidad hacia la conservación de la Antártica. La investigación señaló que la protección de la Antártica, como el cuidado de los paisajes y la protección contra el calentamiento global, fueron ampliamente respaldadas por los participantes.

“No es más relevante que cualquier ciudad tenga sentido de responsabilidad social/ecológica hacia el continente polar, ya que la acción humana tiene impacto global. Sin embargo, sí resulta relevante el que las ciudades puertas tengan una visión de que su rol no es solo ser logísticamente importantes para las acciones humanas en la Antártica sino que pueden también asumir una posición de custodios, es decir, que se orienten a ser relevantes como agentes de protección del territorio y de educación respecto a su importancia como reguladores globales de la salud del planeta”, comentó Estrada.

Además, se encontró que la percepción de responsabilidad estaba relacionada con las creencias proecológicas y que la identidad desempeñaba un papel mediador en este proceso. Aquellos que sentían una mayor conexión emocional y personal con la Antártica mostraron una mayor disposición a cuidar y proteger el continente. 

Por otro lado, se observó que la tendencia a proteger la Antártica disminuía cuando se creía que el medioambiente tenía un valor intrínseco independiente de los beneficios humanos.  “Se trata de una relación causal: nos sentimos más responsables de la Antártica en cuanto consideramos que es valiosa, importante para nosotros como seres humanos y parte de lo que nos define como comunidad”, manifestó la investigadora UMAG.

Una visión a futuro

Estrada señala que en la identidad colectiva se incluyen principalmente dos valores vinculados a la Antártica: su valor estético, como un lugar de belleza sin comparación, y su valor científico, como fuente de recursos que pueden aportar al bienestar humano. En este sentido, la investigación concluye con la disyuntiva de que el principal valor antártico percibido es más estético que ambiental y revela que el papel de la Antártica en la salud del planeta no ha sido suficientemente enfatizado para avanzar en el desarrollo de la dimensión de ciudad guardiana indicando que es fundamental buscar estrategias para crear un vínculo identitario con la Antártica que se oriente hacia conductas de custodia efectivas basadas en factores basados en evidencias más que en la idealización. 

“Las ciudades puertas están llamadas a cumplir un rol mayor en el futuro, deben ser más protagonistas, pasar de ser puerta de entrada, es decir, un territorio de paso, a vivir los valores antárticos, el desarrollo científico, la cooperación internacional y propiciar la protección y valoración del medioambiente”, complementó Barticevic.

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