Hace seis años se comenzó una iniciativa de monitoreo de cuencas para evaluar ecosistemas forestales y de arroyos, comparando aquellos en estado prístino de los más intervenidos, y así poder comprender mejor qué factores incidían más en la permanencia del agua, entre otros parámetros.
El Centro de Investigaciones en Ecosistemas de la Patagonia (CIEP) ha finalizado la instalación de un sistema de monitoreo de 255 parcelas permanentes, equivalentes a más de 12 hectáreas medidas en la región de Aysén, lo que permite obtener información actual sobre diferentes aspectos relacionados con las cuencas forestales, según el investigador residente de CIEP a cargo de esta iniciativa, Paulo Moreno, “la instalación de estas parcelas, que se deberán medir nuevamente cada 5 años, nos permite tener la primera red permanente de monitoreo en ecosistemas forestales en Aysén”.
El financiamiento para la medición de estas parcelas se enmarca dentro del Fondo de Investigación del Bosque Nativo asociado al proyecto “Provisión de servicios ecosistémicos en bosques de Aysén: Cuantificación y dinámica”, como también del proyecto basal que ejecuta CIEP; “Ecosistemas, cambio climático y conexiones socio-ambientales a lo largo del continuo continente-océano. Investigación de largo plazo socio-ecológica en Patagonia (PATSER)” con fondos provenientes de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID). “El poder realizar investigación de largo plazo no siempre es factible, sin embargo, se ha podido obtener financiamiento a nivel central, que permitió la instalación y futuros monitoreos de estas parcelas permanentes.” indica el director científico del CIEP Dr. Brian Reid.
Esta iniciativa se enmarca dentro de un estudio observacional de 12 cuencas forestales, en bosques de lenga y en bosques siempreverde, con diferentes intensidades de intervención por parte del ser humano, que van desde cuencas muy prístinas, o sin impacto, a cuencas incendiadas con un alto grado de degradación. “Estas cuencas han estado en monitoreo desde el año 2016, donde tenemos mucha información del caudal (cantidad de agua que descarga), composición química de cada arroyo e información meteorológica. Sin embargo, nos faltaba información de la cuenca, como tipo de cobertura vegetal, biodiversidad, suelo, entre otras. De esta forma, podemos correlacionar o entender lo que pasa en la cuenca con su arroyo de descarga. Por ejemplo, que factores son los causantes de una mayor permanencia del agua en la cuenca, y lo más importante, saber que niveles de cobertura son los mínimos aceptables. La instalación de estas parcelas nos permite obtener esa información y ver como se comportan esas variables en el futuro, incorporando los efectos producidos por cambio climático”, detalla Paulo Moreno.
El enfoque de este monitoreo es interdisciplinario y abarca mucho más allá del bosque, enmarcándose en la cuenca hidrográfica como área de estudio, en otras palabras, se está estudiando toda el área donde se descarga el agua de lluvia, nieve o hielo en un arroyo, lo que considera humedales aguas arriba, zonas de cumbre, rocas, etc. Además, el objetivo es cuantificar aquellas funciones ecosistémicas asociadas a la producción de agua, protección del suelo, mantención de la biodiversidad, secuestro de carbono, producción de fibra, regulación del ciclo de nutrientes, entre otras.
“Si bien muchas de las parcelas de esta evaluación están localizadas en lugares muy inaccesibles, debido a su carácter prístino, incrementando las exigencias de logística y costos, era la forma de obtener información relevante donde se pueda contrastar la situación virgen con la impactada”, finalizó Paulo Moreno.
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