Por Alfredo Morate, Gerente general de Schindler
Los elevadores son parte del día a día de las personas, independiente de su edad, género, labor y estilo de vida. Son tecnologías que nos permitieron pasar de un pensamiento horizontal a otro absolutamente vertical, desarrollando de paso centros urbanos en altura en donde hay una importante concentración de personas cuyo recurso más escaso es el tiempo. Sin embargo, las personas suelen ser más conscientes de los sistemas de transporte tradicionales como el automóvil, las embarcaciones y el avión. Lo interesante de aquello es que no siempre viajamos en un vehículo de cuatro ruedas o sobre el mar, pero sí es usual que nos subamos a un elevador para llegar a nuestro hogar, trabajo o bien para visitar a otra persona.
Según el estudio de Satisfacción de la Dirección de Transporte Público Metropolitano, destinamos en promedio 15 horas al año movilizándonos en ascensores. Esta cifra nos permite identificar la relevancia de este medio de transporte y que hoy está dirigiéndose hacia nuevas realidades, más tecnologizadas y disruptivas. Hoy los elevadores disponen de accesos biométricos, sistemas de monitoreo, espacios para publicidad interactiva y también se han abierto a nuevos diseños. Todo lo anterior, para poder satisfacer las necesidades de usuarios que buscan una mayor calidad de vida a nivel urbano.
Hoy también nos enfrentamos a otra realidad, la irrupción de barrios residenciales, en particular en comunas como la de Santiago y Estación Central, en donde se han levantado edificios que se caracterizan por la gran cantidad de ocupantes. Es ante esta realidad en donde los elevadores son puestos a prueba, en cuanto a capacidad, oportunidad y eficiencia. En los sectores empresariales sucede algo similar, con trabajadores y trabajadoras cuya conectividad laboral depende, en muchos casos, del transporte vertical.
A todo lo anterior se suma la seguridad. No es usual que sucedan contingencias en elevadores, pero éstas pueden ocurrir, en especial en aquellos ámbitos residenciales más antiguos. Por ello, así como hablamos de la importancia de una cultura vial que nos permita movernos en forma protegida y colaborativa, también es esencial tomar consciencia sobre los impactos de los elevadores y de las escaleras transportadoras. Hoy es necesario fomentar al interior de las organizaciones, nuestros hogares y en los espacios en los que nos movemos, una cultura vial en torno al transporte vertical, teniendo como foco principal la mantención de equipos e interiorizando protocolos dirigidos a su correcta utilización, evitando el exceso de peso y la manipulación indebida de los tableros de control, entre otras acciones.
Para el desarrollo de las ciudades del futuro y una mejor calidad de vida a nivel urbano, es clave que sigamos tomando consciencia de los beneficios, cuidados y oportunidades que nos presenta el transporte vertical, un ámbito que es parte de nuestra vida diaria y cuya modernización dependerá de las nuevas experiencias para los usuarios.
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