Por Francisco Leiva, Gerente proyectos y desarrollos Negawatt
Con la reciente medida anunciada por el Gobierno, que permite a las pequeñas y medianas empresas, los servicios sanitarios rurales y cualquier cliente con una potencia conectada superior a 300 kW negociar como clientes libres para reducir sus costos de electricidad, se abre una oportunidad significativa para optimizar los recursos energéticos. Esta iniciativa, respaldada por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (TDLC), no solo tiene el potencial de disminuir los costos energéticos de estos sectores clave, sino que también promueve una gestión más eficiente del consumo eléctrico.
La reducción del límite de potencia para acceder a tarifas competitivas, de 500 kW a 300 kW, representa un avance importante en la democratización de los beneficios de la libre competencia. Este cambio permite que más actores del mercado accedan a precios más ajustados a sus necesidades, lo que alivia la carga económica de muchas pymes y les brinda un incentivo claro para implementar prácticas de eficiencia energética.
Lo más destacable de esta medida es su capacidad para generar un círculo virtuoso: las empresas que logren reducir sus costos eléctricos mediante tarifas más competitivas pueden reinvertir esos ahorros en proyectos de optimización y eficiencia energética. Este fenómeno, al que denominamos como “doble impacto”, no solo refuerza la eficiencia energética, sino que también impulsa la sostenibilidad ambiental al contribuir a la reducción de emisiones y al uso más eficiente de los recursos disponibles.
A pesar de los beneficios inmediatos de esta medida, el verdadero valor radica en la capacidad de las empresas para tomar decisiones estratégicas en torno a la eficiencia energética. Invertir en tecnologías y procesos que optimicen el uso de la energía puede implicar un esfuerzo inicial, pero a largo plazo se traduce en ventajas económicas, competitivas y ambientales significativas.
Este tipo de iniciativas no solo facilita una reducción directa en los costos de electricidad para las pymes, sino que también impulsa una cultura empresarial más responsable y eficiente en el uso de la energía. Esto fomenta la competitividad y el crecimiento sostenible a nivel nacional. En este contexto, es fundamental que las empresas aprovechen esta oportunidad para convertir la eficiencia energética en una prioridad estratégica, más allá de considerarla un beneficio secundario.
Revisa nuestra sección Visiones aquí