Invertir en verde: EL DESAFÍO DE FORMAR TALENTO PARA UN FUTURO SOSTENIBLE

Por Manuel Farías, Director de Educación Técnica y Trayectorias Formativo Laborales de Fundación Chile.

Qué duda cabe que uno de los desafíos globales con mayor impacto en nuestros territorios es la crisis climática. El aumento de la temperatura del planeta, impulsado principalmente por la acumulación de gases de efecto invernadero, y el crecimiento sostenido de la población mundial han intensificado este fenómeno.

Estas fuerzas han desencadenado un debate relevante sobre la necesidad de disminuir las emisiones reemplazando la matriz energética por energías renovables, mejorando la eficiencia del uso de los recursos hídricos y estableciendo políticas y acciones para adoptar la economía circular como una práctica predominante en la gestión de residuos’. Estas iniciativas, entre otras, son vitales para asegurar un futuro sostenible.

El reciente Informe de Carbono-Neutralidad y Resiliencia de 2024 deja claro que la ambición de convertir a Chile en un país carbono-neutral no es una simple aspiración, sino una meta concreta que requiere de esfuerzos coordinados en todos los frentes. Pero en el centro de esta transformación hacia una economía verde se encuentra un desafío crucial y a menudo subestimado: la formación del capital humano necesario para impulsar este cambio.

En esta carrera hacia la sostenibilidad, más de 2 millones de personas —un 23,4% del total de ocupados del país— trabajan en empleos con potencial verde, según el último estudio del Observatorio Laboral Metropolitano. Este porcentaje es aún mayor en regiones como Antofagasta y Atacama, que lideran esta tabla. Aunque alentadoras, estas cifras plantean una duda: ¿estamos formando a las personas adecuadas para cubrir estos puestos? La infraestructura y la tecnología son esenciales, pero el verdadero motor de la transición verde es el talento: trabajadores capacitados para enfrentar los desafíos de la sostenibilidad.

A nivel global se espera una escasez de 7 millones de trabajadores especializados en estas áreas para 2030, y Chile no será la excepción. Si no priorizamos la formación de competencias alineadas con las demandas del futuro, nos arriesgamos a quedarnos atrás.

Ni las empresas, ni el sector público ni las propias comunidades pueden permanecer indiferentes ante estos desafíos. No se trata solo de impulsar políticas más radicales y adoptar posiciones más comprometidas, sino que también de formar el talento humano capaz de navegar la complejidad de este nuevo escenario.

La transformación verde no debe ser un privilegio de unos pocos. No todos trabajarán en energías renovables, pero todos deberían tener acceso a empleos sostenibles que permitan contribuir al desarrollo de un país más justo y equilibrado. La educación técnica juega un rol fundamental en este sentido, como una herramienta poderosa para igualar oportunidades y garantizar que el avance hacia la sostenibilidad sea también un avance hacia la justicia social.

Para lograrlo, es fundamental construir un sistema de cualificaciones que vincule el mundo laboral con las instituciones formativas, estableciendo marcos de referencia que aborden las competencias necesarias para la formación del talento verde. Estas competencias no deben limitarse solo a habilidades técnicas o especializadas de un sector en particular, sino que deben ser transversales, entendiendo que tanto los oficios como las profesiones enfrentarán una transición hacia una economía verde. Es fundamental estar preparados para aprovechar las oportunidades que generarán los empleos del futuro.

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