Por Francisco Torres, Director de Staffing & Professionals de Randstad
Después de un largo trámite legislativo, finalmente este próximo 26 de abril se iniciará la implementación de la jornada laboral de 40 horas en nuestro país. Esta será de forma paulatina, en un plazo máximo de cinco años, iniciando con una reducción de 45 a 44 horas semanales en esta primera etapa. Esta medida, si bien promete beneficios considerables, también plantea desafíos complejos que, de no abordarse adecuadamente, podrían tener un impacto negativo tanto en las empresas como en sus colaboradores.
Indudablemente, este paso representa un beneficio directo para los trabajadores, con un impacto positivo en su vida personal. Al disponer de menos horas de trabajo, podrán dedicar más tiempo a sus familias, actividades recreativas, metas personales y cuidado de su salud. Estos aspectos, que hemos observado desde Randstad son prioritarios para las personas, independientemente de su edad, lo hemos corroborado con nuestro último informe Workmonitor, en su versión 2024. Este estudio revela que el 50% de los trabajadores en Chile pertenecientes a la Generación X, entre 43 y 58 años, consideraría renunciar a su empleo si este no les permite disfrutar de su vida personal. Similarmente, este fenómeno se observa en personas mayores de 60 años, una tendencia que hasta hace poco era inusual en nuestro país.
Estos antecedentes, tanto la nueva normativa de la reducción de la jornada laboral, como las prioridades de los colaboradores, plantean un gran reto para las empresas; como el poder establecer nuevas dinámicas laborales que vayan en concordancia con lo que piden los trabajadores y al mismo tiempo garantizar la productividad, calidad y continuidad operativa de los servicios, todo en el marco de las nuevas jornadas laborales de 40 horas. Para enfrentar de forma correcta estos desafíos, es imperativo para los empleadores generar un sistema de planificación y organización del trabajo, así como también aumentar la motivación y el compromiso de las personas para con la organización, pero sin que esto transgreda su vida personal, ya que la mayor dificultad radica precisamente ahí, en encontrar el equilibrio entre el ámbito laboral y privado, que estos no se intercepten generando un impacto negativo en el otro.
Otros de los desafíos que tienen las empresas está relacionado con los nuevos talentos, con personas que se están integrando al mercado laboral y cuyas expectativas y exigencias para con el empleador son altas, especialmente si se trata de poder priorizar su vida personal y que esta no se vea afectada por el trabajo. El estudio Workmonitor refleja que un 47% de los trabajadores en Chile pertenecientes a la Generación Z, de 18 a 24 años, han renunciado a su trabajo porque este no se ajustaba con su vida personal, situación que será cada vez más común y no solamente en este segmento etario, sino que en todos, en parte como una consecuencia de la pandemia que reconfiguró el escenario laboral y las prioridades de las personas.
Ante esta realidad, la flexibilidad adquiere un nuevo significado y una importancia vital. Ya no se trata solo de conceder permisos esporádicos a los trabajadores para resolver asuntos personales, sino de ponerse en el lugar del colaborador, comprender sus preocupaciones, valorar sus habilidades y lograr un equilibrio que favorezca un ambiente laboral positivo y retenga el talento. Las organizaciones que logren entender este nuevo panorama, y puedan traducirlo en formas de trabajo que se ajusten en el marco de la nueva normativa, son las que se mantendrán competitivas, atrayendo y reteniendo a los nuevos talentos que configuran el mercado laboral. No solamente se debe cumplir con la Ley de 40 horas, sino que también, se debe comprender a la nueva generación de trabajadores, sus formas de pensar y el impacto que han tenido en personas mayores generando cambios que si bien antes eran impensados en nuestro país, hoy son nuestra realidad.
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