Por Rodrigo Muñoz M., Gestor de Vinculación y Transferencia Tecnológica en CEAF.
¿Desde hace cuánto estamos escuchando sobre el cambio climático y de la urgencia de las medidas que necesitamos para mitigar sus efectos adversos? Desde niños hasta adultos pueden decir algo en relación a lo que vemos y no nos gusta del calentamiento global, razón por la cual el disponer de herramientas legales y normativas que se orienten al cuidado del medio ambiente, nos desafía a alinearnos con los grandes objetivos. Me refiero a los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible).
En este tema, escuchamos, además, la importancia de la sostenibilidad, y de cómo permanentemente somos medidos con indicadores de crecimiento en relación con el año anterior, como mencionó Humberto Maturana: “Hemos de aprender a vivir en armonía con nuestra Tierra, reconociendo que somos parte de un sistema mayor, y que nuestras acciones tienen consecuencias directas en la sustentabilidad de nuestro entorno». Palabras que me instan a hacer un llamado en torno a la responsabilidad de producir alimentos de calidad, y a la vez proteger los ecosistemas que nos rodean, con una mirada hacia la flora, la fauna y el fungi como parte de nuestra vida; si me permiten pienso que esto va en una mirada a cómo la I+D+i nos da las herramientas para avanzar sin afectar a quienes caminan junto a nosotros.
En Chile, contamos con una biodiversidad única y diversa, desde los majestuosos bosques del sur hasta los áridos valles del norte, pero también enfrentamos desafíos ambientales y climáticos que amenazan nuestros recursos naturales. Aquí es donde entra en juego la innovación.
Innovación, I+D+i y conservación de la Biodiversidad
La I+D+i nos brinda herramientas poderosas para hacer frente a estos desafíos. Mediante la investigación científica, podemos comprender mejor los ecosistemas y desarrollar estrategias específicas de conservación; pero cual debe ser nuestra mirada, quizás Da Vinci nos ayuda a dar una orientación a nuestro quehacer, cuando dice “aunque la naturaleza comienza con la razón y termina en la experiencia, es necesario que hagamos lo contrario, es decir, comenzar con la experiencia y, a partir de ahí, investigamos la razón”, quizás debemos mirar como la naturaleza resuelve los problemas, biomímesis, a quien debemos mirar para encontrar nuevas maneras.
Ahora, en el escenario actual y desafíos vigentes, tenemos la reciente aprobación de la ley que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, la Ley 20417 introduce cambios en la Ley 19300, que establece las bases del medio ambiente en Chile; la principal diferencia es que la Ley 20417 crea el Ministerio del Medio Ambiente, el Servicio de Evaluación Ambiental y la Superintendencia del Medio Ambiente, mientras que la Ley 19300 no contempla estas instituciones; además, esta nueva ley establece nuevas definiciones de biotecnología y cambio climático, y modifica algunos aspectos relacionados con la evaluación ambiental y la fiscalización. Según el texto, el rol del Ministerio del Medio Ambiente incluye colaborar con las autoridades competentes a nivel nacional, regional y local en la preparación, aprobación y desarrollo de programas de educación, promoción y difusión ambiental, orientados a la creación de una conciencia nacional sobre la protección del medio ambiente, desarrollo sustentable, la preservación de la naturaleza y la conservación del patrimonio ambiental, y a promover la participación ciudadana responsable en estas materias. Además, el Ministerio es responsable de coordinar el proceso de generación de las normas de calidad ambiental, de emisión y de planes de prevención y/o descontaminación, determinando los programas para su cumplimiento. Esto resalta la necesidad de formar a las nuevas generaciones con conciencia ambiental y una comprensión profunda de la importancia de proteger nuestra biodiversidad.
En el sector agropecuario, la educación y la investigación se vuelven fundamentales para promover prácticas sostenibles. Necesitamos desarrollar programas educativos que fomenten la adopción de buenas prácticas ambientales y promuevan la conciencia sobre la importancia de proteger nuestra biodiversidad. Además, debemos impulsar la investigación aplicada en el sector, buscando soluciones innovadoras y tecnologías que minimicen nuestro impacto en el entorno natural.
El futuro sostenible del sector agropecuario depende de nuestra capacidad para integrar la innovación, la educación y la investigación en nuestras prácticas diarias. Debemos trabajar juntos, desde productores a instituciones académicas, entidades gubernamentales y organizaciones de la sociedad civil, para construir un sector agropecuario que sea un modelo de sustentabilidad y respeto por la biodiversidad.
El momento es ahora, y nuestras acciones marcarán la diferencia. Cuidemos nuestra biodiversidad, promovamos la investigación y la educación ambiental, y aprovechemos las oportunidades que la innovación nos ofrece. El sector agropecuario puede ser un motor de cambio positivo, demostrando al mundo que es posible producir alimentos de calidad de manera sostenible y en armonía con la naturaleza.
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