Por Humberto Salinas, director de Asech
El Día Internacional del Reciclaje, al igual que el año pasado, nos encuentra en un “año especial”, en plena pandemia. Es interesante revisarlo desde ese punto de vista, pues al parecer todo el terreno que habíamos ganado en términos de reciclaje, quizás lo retrocedimos rápidamente. ¡Tenemos más residuos! Claro, hemos pasado mucho más tiempo en nuestras casas, lo que ha aumentado los residuos domiciliarios de manera notable, generamos aproximadamente 1,3 kg de basura al día por persona. Esto nos da la cifra de 8,1 millones de toneladas anuales que llegan al vertedero, según cifras del Ministerio de Medio Ambiente. En tanto, el uso de mascarillas y guantes de látex también incrementó esto. Los cálculos rápidos dicen que, si un chileno usa 2 mascarillas al día, el total es de 34 millones de ellas diariamente. Una cifra alarmante.
Somos uno de los países que menos recicla, según la OCDE y, en su última medición ambiental, ocupamos el segundo lugar, pero de abajo hacia arriba, es decir, en el puesto 36 de 37. No obstante, como país hemos hecho esfuerzos para salir de ese lugar. Por ejemplo, con la Ley REP o de Ley de Responsabilidad Extendida del Productor, con el foco en 5 productos prioritarios (aceites lubricantes, aparatos eléctricos y electrónicos, baterías, envases y embalajes, neumáticos y pilas). Esto quiere decir que en el futuro todo productor o importador de algunos de estos productos y que los ponga en circulación en el mercado, estará obligado a hacerse responsable de ellos, de su recolección y valorización, por lo tanto, generar algo con ellos de mayor valor, en algún porcentaje por definir. Por cierto, llevamos cinco años esperando los reglamentos para la ley, lo que no ha sido fácil. La industria se resiste y la misma ley es bien compleja en cuanto a su institucionalidad para reunir a los actores necesarios y definir reglamentos. Hoy tenemos reglamentos para neumáticos y envases y embalajes, pero con múltiples dudas sobre su operación, implementación y ejecución.
Poco a poco, las empresas empiezan a comprender cómo manejarla, la necesidad de asociarse, de colaborar, de entender cómo hay que “hacerse cargo” del residuo generado y de la necesidad de crear toda una nueva industria, que en Chile recién se está iniciando: “La industria de los residuos”.
Esta nueva industria prevé ser millonaria y de rápido crecimiento; un nuevo foco de negocios donde los emprendedores hoy tienen mucho que decir y hacer. Los nuevos negocios van desde el apoyo a la reducción de generación de residuos de las empresas, el desarrollo de nuevos envases y embalajes menos contaminantes, el manejo de estos, separación, recolección de los mismos, la disposición final, etc. Se abre todo un mundo y una industria que va a ser una de las principales fuentes de nuevos trabajos en nuestro país. Se estima que solo en Santiago, se pone en el vertedero cerca de US 220M de dólares en materiales que pudieron ser rescatados antes de llegar a ese punto sin retorno.
En síntesis, parece que nos estamos haciendo cargo del problema, ¿pero es esa la solución? ¿realmente creemos que armar una industria millonaria para resolver nuestra contaminación detiene el problema? La respuesta a todas luces es “no”.
El ser humano es el único ser vivo de este planeta que genera basura, ningún otro lo hace, y casi para todo lo que necesita hacer deja una “marca basura” a su paso.
Todos los otros seres vivos de la Tierra son capaces de convivir en armonía con la naturaleza e incluso al término de su existencia se convierten en parte de la misma y aportan, aunque sean nutrientes a su entorno. El ser humano no es igual, diseña productos o servicios que dejan una estela de residuos y no repara completamente en eso todavía, quizás lo hace de manera inconsciente, porque falta educación sobre el tema. Las universidades enseñan sobre ser eficientes, maximizar producciones, pero todavía nos falta mucho para hacer reflexionar a los futuros profesionales sobre el costo de esa eficiencia y maximización de la producción; el costo ambiental que hipoteca el futuro de las siguientes generaciones.
Hoy, estamos viviendo un pequeño “despertar sustentable” sobre eso y nos hemos volcado a una industria del reciclaje, pero eso es hacerse cargo del problema en la última línea y no prevenirlo. Por eso, es tan importante empezar a hablar de diseñar para no contaminar, producir para generar y regenerar, comenzar a hablar de una economía circular, en que dejamos atrás el “extraer-transformar-usar y botar”, para dar paso a un pensamiento sistémico que diseñe para ser reusado, que produzca para no generar residuo, que construya para ser reparado y en su defecto ser devuelto a un sistema producto, que se piense para que no termine en la basura, finalmente para que no tengamos reciclaje en el futuro.