Por Edgar Núñez, Director de operaciones en Snap Compliance
En el dinámico mundo empresarial, reducir riesgos es esencial para proteger a la
organización y asegurar su continuidad. Uno de los desafíos más importantes en este
camino es el error humano, ya que existe un margen que se mantiene a pesar de procesos
estrictos y normas detalladas. Con el avance de la tecnología, la inteligencia artificial (IA)
es un recurso útil para ayudar en esta misión, debido a que puede detectar y automatizar
patrones, asegurar el cumplimiento de las reglas y mejorar la precisión en cada una de las
etapas de trabajo de compliance o cumplimiento normativo.
La IA no se ve restringida por los prejuicios o fallas que a menudo sesgan a las personas, lo
que la convierte en extremadamente útil en campos críticos como el acatamiento de
normativas. Donde un error simple, en este campo, puede causar resultados graves.
Mediante el uso de tecnología como respaldo, es posible examinar datos de manera
precisa y constante, reduciendo significativamente el peligro de errores humanos que
pueden traer penalizaciones jurídicas o perjudicar la reputación de una compañía.
Además, la Inteligencia Artificial tiene la capacidad de identificar patrones e
irregularidades de manera inmediata, posibilitando que las organizaciones intervengan
antes de que los riesgos se transformen en dificultades.
Para los profesionales en compliance es fundamental contar con la IA por las
complejidades en las regulaciones y la gran cantidad de información a gestionar lo que
hace casi inviable que las personas puedan tramitar todo por sí mismas. La IA tiene la
capacidad de examinar y estructurar grandes cantidades de información, permitiendo que
los equipos obtengan rápidamente los datos de relevancia, anticipando en tiempo real las
amenazas potenciales; en contraposición a los métodos convencionales, que a menudo
señalan riesgos demasiado tarde o con sistemas de alerta ineficientes.
Esto no solo optimiza el proceso, sino que también posibilita identificar anomalías de
manera inmediata, lo que permite tomar acciones rápidas y evitar problemas de mayor
envergadura.
Otro terreno en el que la Inteligencia Artificial está transformando el compliance es en la
comprobación de proveedores y terceros, dado que actualmente, las empresas se apoyan
en gran medida en redes de proveedores a nivel mundial, y supervisar su cumplimiento
puede resultar en un proceso complicado y lento. La IA tiene la capacidad de examinar
con rapidez bases de datos de sanciones y listas negras, corroborando la condición legal
de un proveedor casi de inmediato. Adicionalmente, tiene la capacidad de examinar
elementos como la localización geográfica o el historial de un tercero para determinar si
existe algún riesgo alto, proporcionando un análisis exhaustivo que resultaría muy arduo
para un individuo.
Si bien la IA hace más eficiente, proactivo y adaptable la forma en que las empresas
abordan el compliance; es fundamental entender que la tecnología no reemplaza la
supervisión humana ni resuelve todos los problemas éticos inherentes al cumplimiento,
sino que es una herramienta que complementa y fortalece el trabajo humano, en lugar de
sustituirlo.
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